Por Eloy Garza González
Déjenme echarle un poco de sal a la herida: este año no solo se conmemora la llegada de Hernán Cortés a México hace 500 años. También justo ahora se cumplen 500 años de que una espantosa epidemia matara a la mayoría de la población de Tenochtitlan y Tlatelolco: la viruela. A estas alturas, para noviembre, la enfermedad ya había diezmado a buena parte de los mexicas.
Y aunque no lo crean, las causas originales de la viruela fueron las mismas que las del Covid-19 o las de la gripe española: nuestra convivencia con animales. Cuando los seres humanos comenzamos a domesticar animales, nos trasmitieron bichos que a ellos no les hacían daño, pero que a nosotros nos fulminaban masivamente. Incluyendo esos animalitos que acarreamos con la socialización y la vida gregaria y que nos causaron la peste: las ratas.
¿Qué animales trajeron la viruela a México? Unos de dos patas llamados conquistadores, con anticuerpos que no tenían los animales de su misma especie en estas tierras. Por supuesto, gran error de perspectiva sería culparlos a ellos, o a las ratas, o a los murciélagos, de los infortunios que padecemos cada cierto tiempo los seres humanos. Porque las pandemias no son el fin del mundo. No aparecen porque seamos pecadores, o porque estemos acabando con la Madre Naturaleza, o porque se acerque el Apocalipsis. Las pandemias pasan, llegan y se van. Así ha sido y así será.
Claro, ahora con los avances científicos y la experiencia de prevención sanitaria, el numero de muertos se reduce exponencialmente, aunque aún no tengamos la vacuna. Ya nadie recuerda que la gripe española mató a más mexicanos en 1918 que la propia Revolución Mexicana; cifra que no alcanzaremos con el Covid-19. Y eso que nunca sabremos la cifra exacta de muertos por la gripe española. ¿Por qué? Simple: el mundo estaba en guerra. Y el único país que sí llevaba registro puntual de muertos por esta enfermedad, fue el único que no estaba en guerra: España. Tanto, que en el registro llevó la penitencia: la gripe española no nació en España sino en China, pero no la llamaron gripe china.
Dicho lo anterior, ¿qué debemos hacer? Pues a ciencia cierta no lo sé. Cuidémonos todo lo que podamos y esperemos a que pase el temporal. Eso hacen los viejos que siempre son los más sabios. Y otro consejo de pilón: no nos flagelemos con la monserga esa de que como ciudadanos somos lo peor, ni que nos merecemos esta pandemia por desobligados. Aunque nos encante demeritarnos siempre que podemos, la mayoría de los mexicanos somos gente trabajadora y responsable. Es en serio. Si países como Francia (cuna del mundo moderno), están en serios problemas, es por una razón clara: los nuevos virus son impredecibles. Pero de que se acaban, se acaban, y pasarán a ser más temprano que tarde una enfermedad como las demás. Tranquilos, pues y a darle duro.