Por Francisco Tijerina Elguezabal
“Añorar el pasado es correr tras el viento.” // Proverbio ruso
Conocí la Calzada
Francisco I. Madero de Monterrey, con su andador central y sus palmeras cuando
sus dos carriles de circulación iban de ida y vuelta, igual que ocurría con la
avenida Colón, hace ya un montón de años.
Icónica calle que además de servir para partir la ciudad en el eje oriente
poniente, era un importante punto comercial fuera del centro regiomontano.
De niño la recorría diariamente cada tarde cuando mi padre nos llevaba de la
casa en donde vivíamos en el barrio de La Luz hasta Las Mitras a visitar a los
abuelos. Así en ese ir y venir cotidiano, además de las ocasiones en que te
llevaban a algún restaurante o comercio, aprendí a conocer sus espacios.
Hay sitios que aún permanecen ahí como “El Manolín”, “El Palax” o el “Al”. El
tiempo se llevó los viejos cines Florida, Reforma y Lírico, como también
recuerdo el viejo restaurante de cabritos que estaba sobre la acera del lado
sur casi llegando a Colegio Civil o el emblemático en el cruce con Bernardo
Reyes. De niño fui miles de veces a “El Cometa” a surtir libros o papelería y
siendo joven pasaba horas enteras en un lugar que estaba a su costado en donde
vendían libros usados.
Hará cosa de 20 años a un alcalde se le puso “chulear” la Calzada y colocar
banquetas más anchas, desapareciendo el camellón con sus palmeras para dejar un
espacio mínimo, buscando darle eso que los urbanistas llaman “escala humana”.
Visto a la distancia el proyecto fue un total fracaso. Ni se regeneró la zona,
ni se logró absolutamente nada porque los peatones son escasos en las
anchurosas banquetas.
Me pongo a pensar en ello por los nuevos proyectos que se construyen en
diversas zonas de la metrópoli en los que insisten en hacer banquetas anchas en
lugares en donde no tiene mucho sentido buscar impulsar el espacio peatonal ya
que no hay ni comercios ni por ahí se desplazan muchas personas.
En el caso de la avenida Ricardo Covarrubias, al sur de Monterrey, las
banquetas quedaron preciosas, pero no me quiero imaginar el relajo que se
armará cuando ocurra un simple choque porque al dejar un solo carril de ida y
vuelta, colapsarán completamente la vialidad. Ya antes he dicho que el famoso
“Distrito Tec” con estas adecuaciones en una bomba de tiempo en caso de tener
que desalojar el centro de estudios porque no hay rutas de evacuación posibles.
La de la Calzada Madero es una buena historia que debería servir de ejemplo
para los nuevos urbanistas que creen que descubren el hilo negro. La realidad
es que el resultado ya está demostrado y será cuestión de tiempo para ver cómo
se repite la misma historia.
ftijerin@rtvnews.com