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Por Carlos Chavarría

Todos los políticos y sus partidos están jugando una sola estrategia para el próximo proceso electoral: apostarle todo a rostros conocidos y populares para quitarle a López Obrador el control del Congreso.

El presidente por su parte estará en campaña sea o no sea legal y hasta se confrontará lo que sea necesario para mantenerse vigente y tratar de arrastrar votos con su imagen en juego.

Parafraseando al gran cómico Cantinflas: “¿…nos portamos como caballeros o como lo que somos?”. Con un presidente que prefiere contradecirse a corregir sus errores aprovechará todas sus facultades para ensuciar y dar los golpes de timón que se le antojen, al cabo “Al diablo las instituciones!”.

Si las alianzas opositoras tienen éxito en su intento, el mejor escenario será la parálisis del Ejecutivo y el país, en consecuencia, perderá otros tres años para superar los pasivos que la pandemia sumó a los que ya teníamos. Bueno, eso si nos portamos como caballeros.

Por supuesto que el oficialismo ganará aunque pierda, porque ya no tendrá que recurrir al pasado para justificarlo todo, podrá usar al presente como su principal justificante para no actuar.

Si fracasan los rostros seleccionados como candidatos de los muy disminuidos partidos de oposición, es sencillo pronosticar que López Obrador apurará el paso para profundizar “su modelo de gobierno y país” cualquiera que sea y que nadie quiere revelar. Por supuesto que no actuará como caballero habida cuenta de que ya en estos dos años no le ha importado ningún argumento opositor a su discurso.

Cada quien puede hacer los cálculos que quiera, pero México y el estado de su economía no aguantarán ni la parálisis ni el despilfarro populista, mucho menos bandazos en las políticas públicas para seguir favoreciendo a los grupos de interés electoral de cualquier partido.

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// Carlos Chavarría

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Autor: stafflostubos
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