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Por Félix Cortés Camarillo

En algún momento, un periódico británico puso en su primera plana y como su principal cabezal la frase: “Hay niebla en el Canal (obviamente de la Mancha): el Continente ha quedad aislado”. El parte meteorológico reflejaba la ancestral ideología insular, protagónica,  imperial y pretensiosa. Europa era una isla lejana y ajena. El Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte eran el ombligo del mundo. En gran parte tenían razón. Su corona dominaba en una vasta mayoría del mundo conocido en Asia y  África. Ghandi fue pieza fundamental en el desvanecimiento de La Corona que vemos en Netflix.

El imperio de la Gran Bretaña regresó la semana pasada a su tradición, pero a la inversa. Hasta ayer, Bélgica, Italia y los Países Bajos habían suspendido sus vuelos a la isla grandota. España estaba pidiendo una medida de la Unión Europea de orden similar. 

Resulta que Matt Hancock, ministro de Sanidad Británica reconoció el domingo que han encontrado una nueva cepa del virus de la Covid 19 que, según su declaración, está “fuera de control”. Todo esto cuando la rebatinga de la venta de vacunas-que no son curas- sigue a todo lo que da. La información generada hasta el momento y que circula ampliamente, es que la invectina es una droga que suprime los efectos del virus que nos trae de cabeza. En ls Estados Unidos se discute sobre los efectos de la invectina y de un derivado simple del cloro.

¿Por qué cuento todo esto?

Porque hay, como dice el corrido de Esparza Oteo sobre La Chancla, una aición particular.  

Hace más de un año a la fecha, mi mujer me llevó a con una joven dermatóloga para que atendiera una rara erupción en mis hombros, brazos y nuca. La doctora, sin dudarlo, me dijo que el origen de mi mal era un parásito que ataca con frecuencia a animales mayores. Sin sentirme ofendido, compré las dos pastillas del vermífugo y las tomé cual prescrito. 

Se me quitó la molestia.

Me puse a saber qué andaba por mis intestinos y me encontré que era un compuesto a base de una tal invectina que es un fármaco simple que se usa generalmente para curar la sarna de ovejas y perros. 

La dosis de dos tabletas de 6 miligramos cada, que a mí me curó del salpullido costaba ayer en las farmacias San Pablo ciento cinco pesos con cincuenta centavos. 

El precio promedio de las famosísimas e hipotérmicas vacunas oscila entre los diez y veinte dólares por cráneo.

¿Alguna sospecha?

PREGUNTA para la mañanera porque no me dejan entrar sin tapabocas: con todo respeto, Señor Presidente, ¿Si hay más y más soldados encargados de las importantísimas labores  del Ejecutivo, no habrá un soldado que pueda cubrir las funciones del Ejecutivo mayor?

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Vía / Autor:

Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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