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Por Félix Cortés Camarillo

El enorme aparato se deslizó majestuoso, y en su majestuosidad amarilla con letras rojas tardó mucho en abrir una de las puertas de su fuselaje, todo dedicado a la carga que por todo el mundo transporta la empresa alemana DHL. Debajo de sus turbinas los principales responsables de erradicar al Covid 19, excepto el propio presidente de la República esperaban ansiosos como atletas prestos a subir al podio para recibir la medalla de oro: México se estaba convirtiendo en el primer país del mundo en recibir la vacuna Pfizer para aplicarla presuroso como regalo navideño a la salud del país.

Cuando descargó su panza, del avión bajó un simple contenedor de los que se usan para la carga aérea: alrededor de tres mil dosis de la vacuna, que precisa ser manejada a temperaturas menores de los setenta grados centígrados. Tres mil dosis, que a dos aplicaciones por cráneo, serán suficientes para inmunizar a mil quinientos mexicanos, de los 125 millones que somos.

El parto de los montes entregó su ratoncito, con transmisión en vivo de los discursos, triunfante el de Marcelo Ebrard “este el comienzo del fin de la pandemia”, moderado el de Alcocer, secretario de Salud: no hay que exagerar el festejo.

Toda la parafernalia en torno a la llegada de las primeras vacunas y de su aplicación a selectos miembros del equipo de salud que se ha partido la jefa atendiendo a miles de enfermos graves -de los cuales oficialmente ya murieron más de 120 mil- nos conduce a una fácil conclusión: quiéralo o no, el régimen del presidente López tiene casado su futuro, su subsistencia, al Covid 19.

Por eso, el presidente López le apuesta todas sus fichas políticas a la vacuna, cueste lo que cueste. Por eso, equivocadamente se envía el mensaje de que con la vacuna la pandemia desaparece.

Es verdad que las numerosas vacunas, por lo menos media docena de diferentes procedencias, prometen una eficacia superior al noventa por ciento. Si esto es así, dentro de dos años los mexicanos inoculados pueden respirar, sin quitarse el cubre bocas pero sin perder el miedo: estamos en el período en que las nuevas cepas del virus se descubren por doquier y esos nuevos bichos suelen ser más letales, contagiosos y resistentes a los medicamentos conocidos.

El presidente López ha sido insistente en un principio sano: no se valle politizar el mal y su cura con vista a las elecciones de junio del 2021. Tal vez por eso, sin embargo, los embarques de las vacunas se intensifican de aquí a las elecciones.

Por eso, todos los festejos y palmas por la llegada del paquetito de muestras médicas que llegó esta semana en el avión amarillo, se me hace muy ojona para ser paloma.

PREGUNTA para la mañanera porque no me dejan entrar sin tapabocas: con todo respeto, Señor Presidente, ¿Cuándo va a reconocer Usted que no es cierto que haya recursos iguales y parejos para todos los estados para el combate a la pandemia? ‎felixcortescama@gmail.com

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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