Por Francisco Tijerina Elguezabal
“Son un número más, hasta que ese número tiene el nombre de un familiar o un amigo.” // Yomero
Después de diez meses nos hemos acostumbrado a escuchar a diario los números de la pandemia, tantos casos de infección y tantos muertos. Ya nada nos espanta ni nos asusta, nos vale ‘wilson’ la ocupación hospitalaria y no damos importancia a la capacidad instalada en cuanto a equipos de cuidados intensivos.
Sí, perdimos la capacidad de asombro y nos parecen poco o nada 30 fallecidos en un solo día como ha venido ocurriendo desde hace semanas en Nuevo León. Y en ese contexto aplicamos la estúpida lógica de “a mí no me va a pasar” y salimos de casa sólo a comprar algo, aunque en realidad estamos escapando del encierro y buscamos la manera de distraernos un poco.
Todas esas personas que a diario perecen tienen un nombre y apellido, tienen un familia que les llora, pero al resto de las personas parece no importarnos hasta que uno de esos muertos es un familiar o un amigo y entonces sí nos asustamos, entonces sí nos duele, entonces sí nos preocupa.
“¿Cómo, si era más joven y fuerte que yo?”, “¿cómo, si era tan sano y no tenía enfermedades?”, “¿cómo, si tiene niños chiquitos?”.
El propósito de informar a diario sobre el avance del virus en nuestro país, estado y ciudad se ha perdido al deshumanizarnos, al verlo tan cotidiano que nos ha dejado de causar sorpresa y temor, al observarle como algo común y normal.
El indicador diario debe ser un punto de referencia para nuestro diario vivir, una alerta para saber si debemos continuar extremando medidas o si debemos reforzar nuestros cuidados, sin embargo no está ocurriendo así y los resultados son más que evidentes.
Después de más de 120 mil muertes en México me sigue asombrando el toparme con personas que no creen en la existencia del mal y que insisten en una teoría de la conspiración. Ya les tocará su santo y su novenario…
La estadística nos sirve para muchas cosas, entre otras para saber y medir nuestra capacidad de respuesta y las soluciones que implementamos como sociedad (ojo que esto no es sólo responsabilidad de un gobierno), ante una pandemia.
El día en que nos dejen de valer madre esos números y pongamos no sólo atención, sino que hagamos algo en consecuencia, podremos empezar a avanzar como sociedad.