Por Félix Cortés Camarillo
El presidente López no está bien.
No se trata de su vacilar andante en el video con el que reapareció después de seis días de haber anunciado que contrajo el Covid 19; tampoco por el torrente de especulaciones que los detalles del recorrido del presidente por su -por el momento su– Palacio Nacional desató en las «benditas redes sociales». Que dizque si en lugar de Covid padece de alguna trombosis u otro padecimiento circulatorio; de que su semblante era sombrío, de que si en el vientre medio abultado se podía esconder una bolsa auxiliar de funciones vitales, de que si se le notaba en la muñeca de su brazo derecho alguna conexión hemodialítica que le alimentara o le administrara medicamentos, que si mueve con torpeza su brazo derecho, siempre tan enérgico. Que si acudió al privilegio ejecutivo y pidió ser vacunado antes que cualquier huehuenche, por lo que no tiene por qué temer a la pandemia.
Todas estas sugerencias de especuleros pueden tener razón. Pero eso no justifica mi convicción de que el presidente López no está bien.
Su enfermedad es otra.
Andrés Manuel padece de una infodemia, que es un mal que sus achichincles han inventado y denunciado. La falta de información o la difundida información tergiversada, sesgada, parcial, inexacta o simplemente falsa. Todos los que en esto andamos estamos muy ciertos de que la ausencia de información precisa, certeza y válida es el mejor terreno para los rumores y las especulaciones. Todos los chismes se inventan cuando no sabemos nada cierto.
Y eso es lo que nos pasa a los mexicanos.
Le podemos creer a Johnson & Johnson que su vacuna en proceso tenga una efectividad del 60 por ciento, más o menos. A la vacuna rusa, que debe llegar pasado mañana y comenzar a aplicar a quien se deje, sin legitimación alguna, aprobada y comprada sospechosamente por el doctor Lopez-Gatell y su jefe, no le creemos nada, aunque el gobierno ruso diga que tiene más del 90 por ciento de efectividad.
De la misma manera, nunca le creímos a las afirmaciones del presidente López sobre la curva aplanada, los vacunados antes del 30 de marzo, el repetido «ya vamos de salida» mientras el número de muertos crece brutalmente, el de los escapularios y el detente, el de «me cuida el pueblo bueno» y otras patrañas.
Entre los repetidos consejos que solamente algunas autoridades nos dan es la de lavarnos las manos constantemente, ponernos el cubrebocas cuando estemos en la cercanía de personas que no cohabitan con nosotros, y guardar la sana distancia.
Yo ignoro si el presidente se lava las manos con frecuencia y debo asumir que lo hace. Me consta que no usa el cubrebocas en público, y que no guarda la sana distancia.
Solamente para salir en confuso video después de seis días de ausencia.
PREGUNTA para la mañanera, porque no me dejan entrar sin tapabocas: señor presidente, con todo respeto: ¿a cuántas mujeres hay que acosar sexualmente para ganarse una candidatura con su pandilla, llamada Morena? felixcortescama@gmail.com