Por Francisco Tijerina Elguezabal
“Siempre tendremos razones para estar enfadados, pero esas razones, rara vez serán buenas.” // Benjamin Franklin
La verdad que quiero,
pero no alcanzo a entender las razones de algunos políticos que primero dicen
una cosa y luego terminan haciendo otra.
Ahí está Víctor Fuentes el panista que reniega de su partido, que interpuso un
recurso ante del Comité Nacional por el proceso de elección de candidato a
gobernador y que le respondieron que era “improcedente”, ahora salió con que
aunque está en condiciones jurídicas de recurrir a la Sala Superior, al máximo
Tribunal Electoral de este País para apelar la determinación y de que a su
decir no tiene la menor duda de que la ganaría, resulta que decidió ya no
continuar “para ser consistentes, coherentes, como siempre lo hemos sido”.
A ver, consistente y coherente hubiese sido continuar adelante con el proceso
que inició y no dejarlo a la mitad.
Dice además que “Yo soy panista, yo no
voy a renunciar al PAN, si en algún momento me quieren expulsar pues ya veremos”;
consistente y coherente sería pelear por lo que piensa, siente y cree son lo
valores panistas y no abandonar la contienda en una actitud inexplicable pues
se queja, denuncia, pero quiere seguir ahí.
Diese la impresión de que Fuentes no quiere seguir adelante por una sencilla
razón: pelearla en el Tribunal implica quedarse todo el tiempo de campañas,
elecciones y hasta después en el litigio y eso no es lo que verdaderamente
quiere, por eso actúa de manera inconsistente e incoherente.
Por las mismas anda la senadora Indira Kempis, que primero denunció que había
opacidad en la definición de candidatos de Movimiento Ciudadano y luego de que
su alboroto encendió las alarmas y la sentaron a una mesa los dueños del
movimiento naranja en Nuevo León, ya la apaciguaron.
Tengo la percepción de que Kempis sintió que la tercia formada por Samuel
García, Agustín Basave y Luis Donaldo Colosio le estaban montando una chicanada
para dejar fuera sus propuestas de candidaturas para las próximas elecciones
(que como quiera se la van a hacer, ya lo verán), y de manera anticipada grito
“foul” para que ocurriese lo que pasó: que la llamaran a sentarse a la mesa y
negociar con ella.
Si como Indira dijo en una entrevista (y lo repitió tanto que hasta me dio mala
espina) que no está buscando impulsar a sus amigos con candidaturas, por lo
menos su denuncia pública implica el deseo de formar parte de quienes reparten
el pastel y que no sean sólo tres los que definan las candidaturas naranjas.
Dicen una cosa, pero en la realidad hacen otra. ¿Cuáles son sus verdaderas
razones?
ftijerin@rtvnews.com