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Por Félix Cortés Camarillo

Tengo una excelente relación amistosa con muchos miembros de la comunidad judía en México y en otras partes del mundo, de Nueva York, Tel Aviv o Praga; una comunidad a la que respeto y celebro.

Ahora, los mejores chistes que yo conozco sobre los judíos los hacen los mismos judíos. Uno de los más célebres es cuando un judío le reclama a otro sobre la ausencia de principios éticos de su fe, en cierta operación comercial obviamente.
La respuesta fue muy simple: Moses is Moses and business is business.

Otro celebérrimo judío había entrado a los evangelios mucho antes con su frase tan
reproducida; esa de que debe darse al César lo que es del César y a Dios lo que le pertenece.

En este mundo nuestro tan descuidado, tenemos ya casi un año haciendo lamentos por los terribles daños que la pandemia del Coronavirus- esa nueva peste española, o bubónica, o amarilla- que nos trae arrastrando la cobija y enlodando el apellido.

A nivel de muertos, México es tercer lugar en la escala mundial después de los Estados Unidos y Brasil. Nos cortamos las venas por el daño que a la economía esta pandemia nos está causando.

Los muertos, desde luego, duelen. Pero a veces duele más la bolsa. El gobierno de la Ciudad de México acaba de poner en evidencia el tráfico de tanques de oxígeno, esenciales (dicen, pero no lo creo) para la recuperación de los afectados de la pandemia. Sea o no sea cierto, de lo que no queda duda es que esta peste universal ha provocado muchos damnificados de la salud, muchos de la economía y más de la decencia. Pero simultáneamente, algunos beneficiarios.

Algún griego sabio debió haber dicho -y si no lo hizo lo digo yo- que siempre para que
alguien gane alguien tiene que perder. Hoy los que perdemos somos muchos. Los deudos de miles de muertos, los desempleados, los trabajadores de todas las industrias pequeñas, medianas y mayores, los que comprábamos eso que estos trabajadores y estas empresas ponían en el mercado. Somos millones los perdedores.

No creo que los que ganan sean muchos, pero no tengo duda alguna de que ganan brutales cantidades de dinero. Se miden en billones de dólares o euros sus ingresos semanales. Hacen millones de toneladas de una mezcla de metanol con otra sustancia y que nos obligan a ponernos en las manos a la entrada de cualquier tienda que nos permita en todo el mundo entrar; de uno en uno. Manufacturan, en los talleres textiles del lejano oriente, las cubrebocas que de ahora en adelante
se han convertido en adminículo indispensable del uso cotidiano. Y abastecen hospitales con cualquier clase de protectores de todo tipo. Diseñan, producen y, sobre todo, mercadean vacunas.

La tragedia de muchos se ha transformado en la riqueza de pocos. Moses is Moses and business is business.

PREGUNTA para la mañanera, porque no me dejan entrar sin tapabocas: Señor presidente, con todo respeto: ¿cuándo se le va a acabar el dinero que era para obras públicas que fomentaran el trabajo y el desarrollo invertidos en limosnas que sólo generan votos?

felixcortescama@gmail.com

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Vía / Autor:

// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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