Por Félix Cortés Camarillo
Este domingo que viene el 14 de febrero, acuérdese de sus amores olvidados. En España, en ese mismo día tendrán lugar importantes elecciones de medio término en la siempre conflictiva Cataluña. Nuevamente, por encima de los puestos de elección que los sufragios determinen, en el centro de la atención seguirá estando la pertenencia o no de esa importante provincia a la España unificada en un régimen monárquico constitucional.
Sin embargo, en estas elecciones que son las primeras en la nueva era que debemos llamar DP, de la pandemia, los españoles se están percatando, un poco tarde, de un fenómeno que -sin tener sustancial peso en el resultado de las urnas- sí tiene peso específico en el concepto mismo del sufragio.
Cataluña tiene, a cifras de ayer, cerca de mil muertos y arriba de medio millón de contagiados del mal. Independientemente de la magnitud relativa de esas cifras a nivel nación, unión europea o universal, para las elecciones están planteando un problema.
La mayoría de los enfermos infectados, con las medidas radicales que tardíamente ha tenido que implantar el Estado español, están obligados a permanecer en sus casas, sin salir. Simultáneamente, la ley electoral impide que se emita un sufragio si no lo es por la vía presencial del votante en las casillas de votación. ¿Cómo lo resolverán las autoridades españolas?
Será problema de ellas, desde luego. Tendrán que anular ese medio millón de votos que de alguna manera pueden afectar los resultados finales.
Y ¿nosotros qué?
Dentro de menos de cuatro meses deben celebrarse en México unas elecciones asaz importantes, en donde el objetivo principal del gobierno del presidente López y de sus opositores dispersos y desorganizados, es la composición del Congreso. Se trata para López Obrador y sus morenos conservar la aplanadora que llevará al éxito cualquier iniciativa que el presidente López le envíe, garantizando la permanencia de su proyecto político y administrativo. Y en ese sentido, el primer domingo de junio todo voto cuenta.
Para la desorganizada oposición la meta es quitarle esa mayoría aplastante al presidente.
En ese sentido, al sistema lopezobradorista le conviene -como siempre ha sido en nuestro sistema electoral- le conviene un previsible alto abstencionismo. Como dice un mensaje circulante en las redes sociales: los que quieren seguir chupando del presupuesto sí van a votar. Los que queremos un cambio no iremos.
¿Cómo le van a hacer los confinados por el Covid 19 que deben seguir en sus casas y que por su condición física seguramente ni tendrán mayor interés en ejercer su derecho, y obligación, ciudadana? Desde luego que esa circunstancia no se previó.
Como no se previó nada de esta crisis sanitaria.
ACOTACION para la mañanera, porque no me dejan entrar sin tapabocas: con todo respeto, señor Presidente: la Estatua de la Libertad ES verde. No se ha puesto verde de coraje. Adquiere esa tonalidad, que le embellece, por el efecto de la humedad y la composición de su materia original.
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