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El Estado burocrático omnímodo


Por Carlos Chavarría

Declaró el presidente López Obrador que “ni una coma le movería” a la contra-reforma del sector eléctrico que propone su administración. Ya no sólo se trata de salvar de su precaria situación financiera a PEMEX y CFE, ahora es un capricho presidencial de sacar su absurdo adelante.

De nueva cuenta el gobierno actual, que tanto anhela volver a las épocas de un sector paraestatal que lo regule todo, se han lanzado en pos de regresarle el control total del mercado de energía eléctrica a la CFE y disolver cualquier posibilidad de participación de inversionistas nacionales o extranjeros en ese terreno.

Utilizan los mismos argumentos falaces y mentirosos de siempre sobre la soberanía nacional y beneficiar a la comunidad con supuestos subsidios a los precios y tarifas, pero sin mejorar la eficiencia y productividad de las empresas propiedad del Estado.

Esto no es sino la misma trampa de “lonche gratis” que no existe y más temprano que tarde nos llevará a repetir las crisis económicas de los 70´s y 80´s del siglo pasado, claro que ahora no tenemos ninguna holgura para enfrentarla y será la ruina de México.

Los razonamientos de los legisladores de la “nueva izquierda” sin memoria están atados a un izquierdismo sin progreso inventado por ellos que bien le queda el apelativo de “transferismo” porque su fin es entregar bienestar sin que primero existan excedentes que repartir, más aún, quitarle, a los mismos hogares que reciben el supuesto beneficio para financiarlo, en un círculo sin salida.

Al mismo tiempo mandan el mensaje de querer aislar a México del resto del mundo, al crear condiciones de incertidumbre tales que nadie en su sano juicio invertiría en nuestro país, a pesar de saber que no existe forma de que funcione ningún totalitarismo económico de Estado como ya la historia lo ha demostrado.

La tesis de que el Estado todo lo puede es falsa, habida cuenta de que, por principio, la naturaleza no repartió sus recursos de acuerdo con las divisiones geográficas que la humanidad inventó.

Ningún país dispone de todos los insumos requeridos para asegurar a su población lo mínimo indispensable para satisfacer una vida aceptable, sea en alimentos, energía, agua, minerales, etc. Por ello el intercambio entre países es ineludible y, entre más aparatos limitantes se le pongan, los costos a pagar serán más altos.

En su intento de crear un mundo aparte, sustentado en un intercambio desinteresado, la antigua URSS creó lo que se conoció como COMECON para que los países pudieran intercambiar lo que tuvieran a la mano o en abundancia en sus territorios por lo que su sociedad demandara y que no produjeran.

Para mantener esa gran mentira, la URSS acabó sacrificando hasta su propio pueblo e intentó sostener el consumo de países enteros sin importar la eficiencia y productividad.

Sin los incentivos adecuados para la mejora continua de la productividad lo que se prohijó fue el parasitismo de todos los países de la órbita socialista. Por más que intentaron transferir sus conocimientos y tecnología, esos países no lograron o no quisieron trabajar para ser independientes o al menos devolver el beneficio que les era conferido.

Sólo cuando la URSS se rindió y los dejó a su libre albedrío, esos países pudieron disfrutar de mejores niveles de bienestar y el tiempo concedió la razón.

Pues bien, las burocracias oficiales han convencido al presidente de la enorme regresión económica que ahora se empecinan en empujar. Lo hacen en el peor momento de la historia reciente de nuestro país y muy pronto veremos sus nefastos efectos para los que no habrá mentira que inventar.

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Vía / Autor:

Carlos Chavarría

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Autor: lostubos
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