Por Francisco Tijerina Elguezabal
“Si el tiempo es lo más caro, la pérdida
de tiempo es el mayor de los derroches”
Benjamin Franklin
Los candidatos se preocupan por su imagen, el Photoshop, el slogan, la encuesta, el video, los likes de las redes sociales y en ello invierten horas y horas del recurso más preciado en una campaña política, el que no se puede recuperar ni comprar a ningún precio: el tiempo.
Tres meses pueden parecer mucho tiempo, pero en campaña se pasan en un abrir y cerrar de ojos y ni con días de 48 horas puedes sacar adelante todas las tareas, pendientes, compromisos, trabajos, ideas, citas, reuniones, eventos, entrevistas y demás.
Al final terminas por entender que más allá de las propuestas y las ideas, de las plataformas y los proyectos, las campañas las ganan quienes menos errores cometen, porque cada equivocación implica gastar (que no invertir) tiempo en corregir el entuerto y buscar recuperar el terreno perdido.
No cometer errores y que estos sean lo mínimamente visibles a la luz pública, porque cuando los conoce la gran masa cuesta más trabajo corregir y el traspiés es maximizado y empleado por los otros contendientes para obligarte a asumir la defensa, lo que implica el dejar de lado tu agenda, tus propuestas, tu planeación.
Los errores son humanos y comunes, pero la mayor parte de las veces los cometen aquellos candidatos que no están focalizados en su campaña, que pecan de exceso de confianza, que no siguen indicaciones y que se enfrascan en el micro-management queriendo decidir hasta el sabor de los refrescos que tomarán sus colaboradores.
Los errores los cometen los candidatos que creen que tienen tiempo para detenerse a ver cada árbol sin pensar en todo el bosque; sí, hay que ver al detalle, pero sólo los árboles que son importantes sin nunca dejar de tener la panorámica completa.
Los errores los cometen aquellos que son proclives a sólo atender a quienes les endulzan el oído, aquellos que responden “las que usted diga” cuando les pregunta la hora y que invariablemente abundan en las campañas.
El candidato debe centrarse en conseguir votos, en estar atento al todo y en confiar, confiar en su equipo cercano; debe buscar estar rodeado de los mejores y dejar que sean ellos los que se preocupen por el día a día.
El candidato, por tanto, no es el coordinador de campaña, el tesorero, el jefe de comunicación, el encargado de la agenda, ni el que carga las banderas y pone la música. El candidato es el eje de todo, el centro del todo y si ese centro se pierde todo se va por la coladera.
No cometer errores que terminan costando tiempo es la consigna y lo ha sido siempre, por lo que resulta una verdadera pena el que después de tantos años, tantas elecciones y tanto tiempo, los candidatos de todos los colores, partidos y sabores, sigan cojeando de la misma pata.
Siguen cometiendo el infantil error de perder el tiempo.