Por Francisco Tijerina Elguezabal.
“La chapuza acusa”
Refrán popular
Son tan obvios.
El video circula en redes sociales, lo replican cadenas de bots y lo envían por mensajería pagada a teléfonos celulares.
En la escena se aprecia una despensa en el suelo mientras un hombre exclama: “Aquí le traemos esta despensa de parte de fulanito, candidato a alcalde del (ponga usted aquí el nombre del partido)”. La mujer responde como si fuese una recitación de primaria: “Muchas gracias, dígale al candidato que tiene nuestro apoyo”, y el supuesto repartidor de apoyos le apura: “Pero no se olvide que tiene que votar por fulanito, porque si no lo hace así y no me entrega la foto de su voto, no le damos el dinero acordado”.
Palabras más, palabras menos, es el diálogo de dos personas que nunca aparecen en escena, sólo se miran algunos productos en una bolsa de plástico transparente a manera de una despensa y así los “creadores de historias” montan lo que para ellos es la perfecta y clara evidencia de la compra de votos de fulanito y el partido tal.
Todo es un montaje pésimamente mal actuado y peor realizado; lo habrían hecho mejor los aspirantes a presidente de la sociedad de alumnos de alguna primaria rural, pero en el 2021, cosas de la pandemia, es lo que hay, asesores, estrategas y creativos rurales que pretenden con sus torpes acciones remontar y vencer.
Invariablemente el candidato “beneficiario” de ese tipo de truculencias es el que va a la cabeza en las preferencias. Son tan cínicos y descarados que se inventan supuestos medios de comunicación que utilizan únicamente para desacreditar a quienes están por encima de las preferencias propias y a veces son tan, pero tan, pero tan tontos, que en el mismo sitio ponen informaciones positivas de sus benefactores.
Y como no hay crimen perfecto, en todos los casos dejan huellas, marcas indelebles que los identifican, señales que no dejan lugar a dudas de quién está detrás de la rastrera acción.
Para hacer guerra sucia de verdad, se requiere tener talento y como el famoso “Raffles manos de seda”, es necesario dar el golpe de una manera tan elegante y discreta que nadie pueda saber de dónde vino.
Lo grave, lo triste, lo preocupante, es que hay candidatos que les creen y les pagan, olvidándose de que al ser los supuestos beneficiarios se colocan en un punto sin retorno para ser sancionados por la autoridad electoral en caso de ser encontrados culpables de un delito.
Triplemente malos: para crear una historia, para actuarla y para realizarla. Así nada más no se puede.