Por Obed Campos.
“Hay que taparle la boca a los reporteros”
Julio Scherer Ibarra
Cierto: ser un reportero honesto en México es una tarea de las más peliagudas que se pueda usted imaginar. Y olvide usted los salarios de hambre que padecen la mayor parte de los colegas en el país y piense, más bien, en tantos y tantas farsantes, y tantos y tantas fanfarrones y fanfarronas, que, como decía el periodista regiomontano Hugo L. del Río, “no escriben ni siquiera el remitente de una carta…”, y son los que más estorban en el oficio, por lo denigrante de sus labores…
¡Ah!, pero en los en los 36 años que llevo en “el negocio”, de un tiempo bastante corto a la fecha es que han pululado “los periodistas de investigación”. Todos con altos contactos con las bandas del crimen organizado (como si contactar a los delincuentes organizados fuera tan fácil como comprar una tarjeta de iTunes en un Oxxo) y dispuestos no solamente a sacarles las tripas a las mafias mexicanas e internacionales, sino a publicarlas.
Claro que en esa pléyade de “expertos en seguridad”, me he topado con gente honesta y capaz, como mi compadre Nacho Alvarado o la sagaz Lupita Correa… Fuera de ellos, discúlpeme, los demás deberían de recibir un premio en alta costura, porque se han logrado confeccionar unos vestidos a la medida, unos de santurrones, y otros y otras (vuelvo a lo mismo) de expertos en la seguridad no nada más nacional, sino interplanetaria.
Y hasta libros y películas se atreven a realizar…
Pero es que sólo en México los periodistas censuran a los periodistas, y el gobierno los aplaude.
Escribo estas líneas con enojo. Disfruté, como cualquier mortal, a través de NatGeo, el trabajo del español David Beriain y Roberto Fraile.
Pero aun con los pocos capítulos a los que tuve acceso, puedo decir que su talacha era impecable y envidiable.
La muerte de estos dos comunicadores deja un hoyo grande y difícil de llenar en el periodismo internacional de investigación, el cual, de cierta manera, es la última esperanza de la llama de la verdad, porque aquí en México, con ver “la mañanera”, se da uno cuenta del nivel de nuestros comunicadores.
¿No se habrá revolcado en su tumba Don Julio Scherer García con el dicho de que “hay que taparle la boca a los reporteros” que patentizó su hijo Julio Scherer Ibarra?