Por José Jaime Ruiz
Las imprecisiones políticas conllevan su propia carga de definiciones, en este caso, la traición. Definirse es también traicionar. La traición como una virtud suprema. Transcribo algunas de las reflexiones contenidas en el libro de Yves Roucaute y Denis Jeambar, Elogio de la traición, editorial Gedisa:
* ¿Qué sería la pasión y gloria de Cristo sin la “traición” de Judas? ¿Hubiera nacido la Iglesia sin las negaciones de Pedro?
* En política, innovar es siempre traicionar.
* La negación es siempre una forma superior de gobernar.
* César siempre repetía estos versos de Eurípides: “Si es necesario violar el derecho, que sea para reinar; de otro modo, respetad la justicia”.
* A lo largo de la historia, la traición aparece como el medio para evitar las regresiones.
* Balzac: Un hombre que se jacta de no haber cambiado jamás de opinión es un hombre que trata de ir siempre en línea recta, un necio que cree en la infalibilidad… no existen principios, sino sólo acontecimientos, no existen leyes sino sólo circunstancias… El hombre superior asume los acontecimientos para dirigirlos… El hombre no está obligado a ser más prudente que toda una nación.
* Bismarck: Bien se ve que los hombres son perros: aman y honran a quien sabe hacerse temer.
* El gran traidor, hombre de gobierno de nuestra época, antepone el realismo a los dogmas.
* Elabora una política empírica, no dogmática.
* El traidor heroico conoce tal vez mejor que cualquier otro la importancia de la traición, porque derroca una organización política inmóvil, el despotismo.
* El traidor heroico puede ser un hombre de fracaso. Su heroísmo se revela en el intento de restablecer el código de traición, más que en el desenlace de su empresa.
* El traidor histórico no siempre se inscribe en el marco de la democracia.
* El traidor histórico nunca puede ser hombre de retroceso.
* Los traidores históricos son esencialmente fundadores o creadores de Estados.
* Las traiciones de gran envergadura no pueden florecer si no arrastran consigo a un ejército importante de traidores relativos.
* Edgar Faur: No es la veleta que gira sino el viento que cambia de dirección.
* Cobarde: A éste también se le llama traidor, pero sólo pertenece a la categoría de la traición durante la conquista del poder. Una vez que llega a la cima, se lanza a la caza de los traidores para impedir toda traición.
* En el baile del poder, el traidor encabeza la danza.
* Aconsejar al príncipe que no traicione es lo mismo que invitarlo a llevar una vida monástica.
* Es más fácil aceptar la muerte que la traición.
* Al traicionar, los hombres eligen la vida, la vida libre. Al perpetuar el mismo acto, firman el mismo compromiso.
* Los moralistas son útiles para la Ciudad, pero se vuelven peligrosos cuando se extralimitan en sus roles.
* El civismo no es sinónimo de intransigencia.
* La traición llama a la traición.
* Comprende que el hombre de poder es el que impone su decisión.
* A diferencia de lo que sucedía en el estado salvaje y mal que les pese a los moralistas, la comunidad se reconoce en deuda con el poder.
* Creer en las promesas propias es mostrarse caprichoso o ingenuo.
* Y querer cumplir los compromisos es tan absurdo como no querer comprometerse.
* En todo político que quiere seguir siéndolo duerme un traidor que se traiciona a sí mismo.
* El político dotado de un mínimo de “realismo” jamás dice todo lo que cree.
* El gran traidor jamás miente sin buenos motivos.
* Para el hombre que elige el camino de la libertad realizada, el pragmatismo es la única religión, y la traición, la única perspectiva.
* La democracia no es sino un conjunto de técnicas prácticas para que los príncipes puedan traicionar.