Por Félix Cortés Camarillo.
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Estaba yo listo para escribir hoy sobre las elecciones del domingo que viene, pero un amigo mío, a propósito de las pugnas que dentro del gabinete del presidente López se están dando entre los que se consideran obvios delfines para heredar su importante cargo, mencionó al jefe de prensa de la Secretaría de Gobernación, que tuvo que echarse un pleito menor con el canciller Marcelo Ebrard. Se llama Omar Cervantes.
Tuve que explicarle que el citado funcionario, que ambos conocemos bien, sólo estaba cumpliendo órdenes de su superior. Como todos los dependientes de todas las dependencias el titular hace lo que le ordenan. Nada más. Las personas involucradas en la adelantada sucesión presidencial, que andan como locos ante los mensajes contradictorios y efímeros de ya saben quién sobre el hereder@ del trono, hace que recordemos a los colegios Montessori.
Antes de ir al tema, debemos tener muy claro que los sucesores evidentes del presidente López -caso de que su partido conserve el liderazgo- son, en el orden que usted quiera, la señora Claudia Sheinbaum gobernadora de la capital del país, Marcelo Ebrard, el milusos de este sexenio con el disfraz de secretario de Relaciones Exteriores, y en muy lejano tercer sitio la supuestamente jefe de la política interior del país, la doctora Olga Sánchez Cordero en la Gobernación.
Evidentemente, y de manera especial después del colapso de la línea 12 del metro capitalino, la línea dorada del entonces gobernador del D.F., y su cajero particular Mario Delgado -aspirante tardío y débil al mismo puesto que quiere su jefe- el asunto desató lo que en mi querido Monterrey y en la lucha libre se llamaba batalla campal, esto es todos contra todos.
En 1912 la maestra María Montessori publicó en Roma el Método Montessori, producto de su experiencia en pedagogía, basada en permitir a que los escolapios desarrollaran sus iniciativas personales para aligerar su entendimiento y comprensión, lejos de la disciplina que en el cambio de siglos y a herencia de las formas de la iglesia, eran muy rígidas.
La doctrina Montessori vio poca vida, porque todos entendimos que la escuela Montessori era el desmadre: que cada quién hiciese justa y precisamente lo que le diera su gana. Los aspirantes hoy a suceder por su línea a López Obrador parecen ser alumnos de Montessori. El desorden, pues. Como si el mando se le hubiera escapado al presidente López, de las manos.
En mi casa, en donde se formaron seis de ocho hijos paridos, hubo siempre un padre amoroso, cándido, austero, rígido, exigente y -a veces- violento. Ninguno de nosotros fuimos niños Montessori.
Gracias a Dios.
CANTALETA (HASTA EL 6 DE JUNIO): Dice Catón, y yo coincido con Armando Fuentes Aguirre: «un voto por Morena es un voto contra México». No entiendo por qué algunos mexicanos, del gobierno, están exigiendo que el gobierno norteamericano dé una respuesta al de México por darle lana a instituciones mexicanas que no se le son gratas al presidente López. ¿Nos sentamos a esperar la respuesta del rey de España y del Vaticano? Tienen mayor antigüedad.