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Por Félix Cortés Camarillo.

‎felixcortescama@gmail.com

I don´t need no arms around me

And I don´t need no drugs to calm me

I have seen the writing in the wall.

Pink Floyd, The Wall

Uno de estos días en el futuro, los mexicanos seremos tan generosos como para reconocerle al presidente López el mérito histórico de haber conseguido el objetivo al que dedicó su existencia entera: logró dividirnos.

Ello está documentado en el fenómeno de las elecciones del domingo.

Lo confesó Andrés Manuel en la mañanera del lunes: los mexicanos hemos llegado a la edad adulta, y hay algunos que favorecen y patrocinan su proyecto de país y habemos otros que no estamos de acuerdo con ese. Hay conservadores y liberales, blancos y negros, norteños y zapotecas, mayas y culiches, izquierdas y derechas, cada quién de su lado del muro, como en Berlín muchos años.

En 1936, en el ascenso de Adolf Hitler, el prolífico dramaturgo alemán Bertolt Brecht escribió una obra menor que se llama «Cabezas redondas y cabezas puntiagudas«, precisamente cuando en Alemania había que estar necesariamente con Dios o con el Diablo. Como en nuestro México del domingo pasado.

Desde 1960 -61 añitos- he sido partícipe, con ausencias eventuales, de todas las elecciones en México. Nunca vi tal fervor, decisión y convicción de la necesidad de votar, especialmente entre las mujeres y los jóvenes, mi hija incluida, como el domingo pasado. Por un lado o por el otro.

El año de 2020 nos levantó, desde Palacio Nacional, un muro divisorio entre los mexicanos.

No, no hay que apanicarse. La división no es mala: demuestra criterio y fortalece la individualidad. Solamente las sociedades dictatoriales, fascistas y tiránicas exigen uniformidad de pensamiento. Como en China, Cuba, Venezuela, Rusia o Corea del Norte.

En los Estados Unidos, cuna de la democracia moderna, conviven -a veces a regañadientes- blancos y negros, latinos y asiáticos, judíos y cristianos, demócratas y republicanos, amén de otras especies. Y todos aspiramos a tener una sociedad así de diversa y tolerante.

El presidente López reconoció: ya somos adultos y unos están con él y otros no estamos. Levantó el muro de la tortilla. The Wall.  Los resultados de los comicios de junio 6 fortalecen la idea del muro; eso hay que reconocerle al presidente López. No todos los mexicanos siguen el mismo catecismo. Tal vez López Obrador no quería partir el país de esa manera, pero se ha empeñado en hacerlo: el que no está conmigo, está contra mí.

Ya lo logró. Y los resultados del domingo le mandan un mensaje.

PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): Dice Catón y yo estoy de acuerdo con mi amigo Armando Fuentes Aguirre: «un voto por Morena fue un voto contra México». El más importante mensaje del domingo es que el INE debe fortalecer su autonomía como ya ratificó su autoridad.

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Vía / Autor:

Félix Cortés Camarillo

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Autor: lostubos
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