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Lo que debería decirle Samuel García a Nancy Pelosi

Doña Kamala Harris recibió la encomienda superior de frenar la migración centroamericana a EUA. Nadie lo dice, pero esta misión imposible para la vicepresidenta se le ocurrió a Joe Biden desde que doña Kamala se burló de él hace algunos años porque Biden no tenía ningún plan para acabar con la inmigración ilegal. Y por lo visto, sigue sin tenerla.

Vino doña Kamala con todo y coqueto tapabocas (qué no sirve de nada) a hablar con López Obrador, viaja a Ciudad Juárez y negocia donde no debe de negociar. El verdadero enredo sin solución a la vista está en el corazón del Triángulo de Centroamérica (Guatemala, El Salvador y Honduras); es decir, en cada país de origen de donde salen oleadas de migrantes cruzando México y pretendiendo saltar al otro lado del Río Bravo.

Pensar en México como «tercer país seguro» es una patraña, es no decir las cosas por su nombre; es una hipocresía. Lo que debemos hacer (pese a quien le pese), es controlar mejor nuestras fronteras occidentales en el Suchiate. Y acuartelar allá a más efectivos de la Guardia Nacional.

Así como se lee: no abramos más las puertas al migrante ilegal. Les hacemos un daño irreparable. Van de la miseria en pos de un espejismo; de sus poblados fantasmas a la vana ilusión de prosperar.

Es un sueño que, salvo honrosas excepciones, linda con la muerte, o con la violencia más atroz. ¿No les dice nada la matanza de civiles en Reynosa? ¿Creen que les irá mejor a los centroamericanos en Tamaulipas?

La migración de centroamericanos es un negocio redondo sólo para unos cuantos vivales; es una fuente de ganancias millonarias relativamente fácil de operar por los polleros, los coyotes (los únicos que ganan en este lío de trasvase) y demás coronavirus vivientes con cuerno de chivo en la mano. Luego la llevamos todos los nuevoleoneses.

Se trata del tráfico comercial de seres humanos con altos dividendos para una mafia, para una caterva de bandidos a quienes no les importa poner en riesgo la vida de los niños. Por eso quieren invadir Nuevo León los recién nacidos cárteles de la droga que ya se apoderaron de la carretera y la autopista a Nuevo Laredo, con 86 desaparecidos hasta hoy y sigue contando.

Las fotografías de niños ahogados en el Río Bravo, o muerto de sed en el desierto de Sonora, es un fuetazo en la cara de los bienintencionados, entre quienes están amigos míos de Monterrey que creen tener la razón.

Muéstrenles esas fotos a quienes proclaman que México debe abrir sus fronteras de par en par al ilegal, para que sigan haciéndose más ricos los traficantes de personas, que son un cártel, el crimen organizado con todas sus letras.

Así lo creen incluso algunos legisladores norteamericanos, comenzando por Nancy Pelosi, esa demócrata tan influyente a la que irá Samuel Garcia va a visitar en estos días.

Añadamos a esto la trata de blancas, los abusos sexuales, las enfermedades, el dolor de tener la mitad de la familia en el terruño, y la otra mitad en una travesía de terror.

Que se sepa de una buena vez: la culpa de este tráfico de personas es de los gobernantes centroamericanos, tan desvergonzados ellos, que por corrupción, por venalidad, han dejado a la deriva a su gente, sin descartar a Nayib Bukele, de El Salvador, a quien admiro tanto por libertario pero en este tema no ha avanzado nada.

Que cada mandatario ayude a su pueblo, porque no basta con que le den a sus migrantes una patada en el trasero, como si fueran ganado, importándolos a otras tierras sin boleto de regreso.

México no tiene la culpa, pero Biden y Harris quieren que sea el único país que pague los platos rojos. A otro perro con ese hueso.

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Autor: stafflostubos
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