Por Eloy Garza González
Stephen Jay Gould fue una celebridad en la farándula científica mundial. Como paleontólogo formuló una teoría que denominó “el equilibrio puntuado”: la evolución biológica ocurre después de largos períodos de estabilidad, interrumpidos por una ruptura o salto radical.
Pienso que el equilibrio puntuado de Gould también se aplica al deterioro social. A lo largo de muchos sexenios, México mantuvo una relativa estabilidad en su seguridad pública, durante los último sexenios del siglo XX, pero se acumuló una degeneración oculta que irrumpió en la segunda década del siglo XXI, con una ruptura o salto radical de espantosa violencia colectiva.
Esto se dio en las administraciones de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto y se mantiene con López Obrador. El problema no sucedió de improviso; se formó poco a poco. Peña cerró su gestión con 156 mil 437 homicidios reportados, 34 mil 824 más que con Calderón. Una cifra delirante.
En este 2021 llevamos más de 12 mil personas asesinadas: homicidio doloso o feminicidios. Casi 100 hombres y mujeres victimadas diariamente. Cifra solo 4% inferior a la del mismo periodo del 2020 y la misma en 2019.
¿Cuáles fueron las causas de esa degeneración oculta del tejido social? Muchas. Las he descrito en anteriores artículos.
Y cada causa requiere de especial análisis. Empresarios y comerciantes vinculados con narcos y criminales; prensa vendida, padres permisivos con hijos drogados y embrutecidos por el alcohol; escuelas patito empeorado con la cuarentena (la educación a distancia es un fiasco); una clase política envilecida y corrupta.
¿Qué pasa cuando bajan las defensas de un organismo social? La bacteria de la violencia se disemina a sus anchas. En pocos sexenios México retrocedió décadas.
El equilibrio puntuado de Gould detonó tras
concentrarse lentamente, infectando a toda una comunidad que se creía víctima
inocente, cuando en realidad fue la causa de su propia destrucción.
Tarde o temprano, por efecto del equilibrio puntuado de Gould, las cosas volverán a su normalidad. Eso lo esperamos todos. Al principio de este sexenio, la 4T prometió que a estas alturas la violencia cedería a grados moderados y se prolongaría un nuevo periodo de estabilidad social.
Ese escenario ya no sucedió. Y tendremos que reprochárselo a AMLO: sus promesas resultaron falsas. ¿Seguiremos cumpliendo eternamente este ciclo pendular de estabilidad y saltos violentos? Si, a menos que ocurra un milagro. Y ya nadie en México cree en los milagros.