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Samuel Alejandro: la reparación de Nuevo León

Por José Jaime Ruiz

josejaimeruiz@lostubos.com

@ruizjosejaime

Dos sexenios de frustración ciudadana, porque se gobernó para la corrupción y la soberbia, son la herencia que dejan Rodrigo Medina de la Cruz y Jaime Rodríguez Calderón. No son doce años para el olvido, al contrario, son doce años para el recuerdo, el recuerdo ciudadano de cómo no se deben hacer las cosas. O, mejor, dos sexenios para la memoria ya que, se sabe, la memoria, por su condición, siempre habita el presente.

Si el gobernador electo, Samuel Alejandro García Sepúlveda, quiere trascender, tiene que soñar y actuar hacia adelante sin olvidar el pasado. Samuel Alejandro, después de Rodrigo y el Bronco, no puede meterse de nuevo “en el camino de las expectativas destinadas a frustrarse”.

Frecuentemente quien se acelera, tropieza. Ya se ha dicho que la velocidad sirve para cruzar un lago congelado: si te detienes, el hielo se quiebra y te hundes en un futuro hipotérmico. No se puede reparar la administración pública y la gobernanza de Nuevo León desde la rapidez. Más que rápido, ágil, desenvuelto.

Rodrigo y el Bronco dejaron una casa en ruinas, hay que desenvolverla de esos fracasos. Antes que decorarla, hay que repararla. Sí, salir del agujero. Por eso Samuel Alejandro tiene que combinar a Vulcano y a Mercurio, esas deidades antiguas. La concentración y la paciencia de Hefestos y la movilidad de Hermes. Orden y aventura. Así lo escribió Italo Calvino: “La movilidad y la rapidez de Mercurio son las condiciones necesarias para que los esfuerzos interminables de Vulcano sean portadores de significado”.

Los esfuerzos administrativos y gubernamentales del gobernador electo deben de aportar significado. El fenómeno de la pandemia resignifica la vida pública y privada de los nuevoleoneses. Cuando teníamos todas las respuestas, nos cambiaron las preguntas. Ciertamente, hay que entender que cada vez que gana la “normalidad” el virus triunfa. Por eso hay que reconsiderar, por ejemplo, la apertura de las instalaciones educativas a los educandos.

Hay otros problemas urgentes, como la contaminación, donde habría que apostar por un “green new deal” que se extienda a la revisión ambiental y que el papel de las grandes empresas depredadoras –pienso inicialmente en Cemex y Femsa–, se someta al escrutinio público y a nuevas reglas. ¿Podrá hacerlo Samuel Alejandro o seguirá sojuzgado por la vieja política del contubernio?

No sólo hay que mirar al norte, el sur también existe y, con la pandemia, hay una precarización laboral que no ha sido atendida. Ofrecer  Nuevo León como colonia de Texas es un despropósito. La tentación supremacista del nuevo gobierno sigue latente. No existe un programa de lucha contra la indigencia, contra la pobreza extrema y pobreza moderada, contra la desigualdad, contra la polarización radical que existe en el estado entre riqueza extrema y pobreza.

Las finanzas públicas son un desastre. La obra pública, ni se diga. No se ha combatido hasta ahora las barreras raciales, étnicas, sexuales, de identidad de género. Los feminicidios y las agresiones de género son un problema social y familiar gravísimo. La seguridad es un desastre y la inseguridad crece, los casos del municipio de San Pedro ejemplifican la situación.

Samuel Alejandro recibe una casa cuarteada y en la que no hay un lugar para todos. La tarea de reparación requiere de enormes esfuerzos. Tiene voluntad para sacar a Nuevo León del agujero en el que lo dejaron Rodrigo y el Bronco, pero en política no todo es voluntad. La reconstrucción necesita que Samuel Alejandro encuentre su ritmo.

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// José Jaime Ruiz

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Autor: stafflostubos
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