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Por José Jaime Ruiz

josejaimeruiz@lostubos.com

@ruizjosejaime

Los políticos y en general todos aquellos que se desempeñan en la función pública, deben ver a los medios de comunicación con el suficiente realismo para entender que los reporteros no son ningunos angelitos. “Buscan noticia de acuerdo con sus propios intereses”, los cuales son “a menudo ajenos o incluso contrarios a los del entrevistado o de la institución a la que pertenece”.

La consultora Burton Marsteller México resumió hace años la problemática que enfrentan los servidores públicos en su trato cotidiano con esa imprescindible clase profesional que son los periodistas. El documento central se denominó “Manual para el manejo efectivo de entrevistas” y sostiene la necesidad de que sea el funcionario, y no el reportero, el que mantenga el control de las relaciones, de manera que los “mensajes clave” de la administración lleguen satisfactoriamente a la población gobernada.

El reportero suele ser obstinado en su búsqueda de notas negativas (la excepción es la mañanera). Tan es así que el consultor conmina a que no se emplee ni siquiera la palabra “no” en las respuestas. “Recuérdese que para algunos, el lenguaje negativo es muy citable”. En las preguntas difíciles hay que “matizar”.

Nunca hay que estar desprevenido. Si uno de la especie reporteril solicita una entrevista, la oficina de comunicación tiene entre sus deberes “proporcionar antecedentes sobre el periodista, su estilo, el tipo de preguntas que suele formular y los ángulos que busca en su trabajo”. Lo importante siempre: “Tome la dirección de la entrevista”. Es decir, “contextualice, explique y enfatice los puntos (…) corrija enfáticamente las aseveraciones erróneas que haga el reportero, en forma comedida” (“no sea que el espécimen ande sensible”).

Sobre todo, mucho cuidado con los secretitos. “No diga nada que no quiera que se publique o salga al aire (…) no hable de manera extraoficial (…) no suponga que la entrevista ya terminó porque el micrófono y la grabadora están apagados, la libreta guardada o el reportero gráfico no pone atención”, se lee en el manual.

Y a pesar de lo anterior, don Julio Scherer García aseguraba:  “Periodistas proclives a la adulación y funcionarios sensibles al elogio caminan por la vida con la naturalidad de las parejas bien avenidas”.

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// José Jaime Ruiz

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