Por José Jaime Ruiz
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“Lejos de velar su mensaje con símbolos, los narradores de cuentos de la Francia del siglo XVIII retrataban un mundo de cruda brutalidad desnuda”, escribe Robert Darnton en La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa (FCE, 2002). Aquí es donde entra Charles Perrault y su Les Contes de ma Mère l’Oye, donde destaca “Cenicienta”.
Darton apunta que “Cenicienta” aparece en Propos rustiques (1547) “de Nöel du Fail, libro que investiga el origen de los cuentos de la cultura campesina y que muestra cómo se transmitieron…”. Una de las características de los posteriores cuentos infantiles es la proliferación de madrastras y sus antípodas, las hadas madrinas.
“Comer o no comer, era la cuestión que enfrentaban los campesinos en su folclor y también en su vida diaria. Esto aparece en muchos cuentos, a menudo relacionado con el tema de la madrastra malvada, que debe haber tenido un resonancia especial en los corazones del Antiguo Régimen, porque la demografía de éste volvía a las madrastras figuras muy importantes en la sociedad de las villas. Perrault aprovechó este tema en ‘Cenicienta’, pero descuidó el elemento relacionado de la mala alimentación, que se destaca en las versiones campesinas de este cuento” (op. cit. p. 39).
“Pero ya fuera con carne o con potaje, llenar la panza era el primer deseo de los héroes campesinos franceses. Era a todo lo que aspiraba la Cenicienta campesina, aunque consiguió a un príncipe” (op. cit. p.41).
Mariana Rodríguez, esposa del gobernador Samuel García, aparece vestida de princesa Cenicienta sin ser nunca una Cenicienta. Aparece investida, zapatillas de por medio, como princesa Cenicienta victoriosa en el Palacio de Cantera, no como Cenicienta en andrajos llevada luego al centro Capullos-DIF donde son depositadas muchas niñas vulnerables de Nuevo León.
“Llegó una sorpresa al palacio. Cinderella looking for a fella. ¿Qué traes?”, le pregunta su príncipe consorte Samuel Alejandro García Sepúlveda, gobernador constitucional de Nuevo León, desde una de las oficinas del Palacio de Gobierno –donde han despachado Bernardo Reyes, Raúl Rangel Frías y Alfonso Martínez Domínguez, quienes nunca rebajaron la investidura a la vestidura.
Frívola siempre, Mariana, hacia el sur del gentrificado centro de Monterrey, visitó el centro Capullos acompañada de la cantante Gloria Trevi, ahí Gloria conoció la historia de una cenicienta real:
“Cada niño es una experiencia. Algo muy importante que estaba diciendo Mariana que me llena de ilusión, me dice: ‘Hay una niña aquí que es menor de edad y está con un tipo que tiene 40 años. Y ella reconoce que el tipo le pega’. La abuelita dice que no la dejen salir porque va a regresar con el tipo y la niña dice: ‘Sí, él me pega, pero quiero regresar con él’. Ella (Mariana) dice vamos a luchar con la Fiscalía para procesar y castigar a ese tipo de personas y, bueno, lo viví en carne propia”, declaró Gloria Trevi, esa Hada Madrina.
Retratar el mundo de Walt Disney desde el Castillo de Cantera o desde la cruda realidad desnuda de la casa-hogar Capullos: panza llena, caridad contenta. Para Mariana no hay dilema, nunca en su vida fue una Cenicienta. El mundo se ve mejor desde los palacios reales o digitales. Carece de cualquier tipo de hambre. Su pasado y su futuro son otros, no el cinéreo destino de las niñas Capullos.