Por Carlos Chavarría
La frivolidad no es tan mala. En ocasiones, ser superficial o mantenerse en el terreno de lo superficial alivia la tensión en los presentes. Un acto o comentario frívolo puede romper el hielo ante la complejidad y la incertidumbre. Pero en el ejercicio del poder, es veneno mortal por necesidad.
La historia de la humanidad registra tanto o mas frivolidades que hechos heroicos y solemnes, por su trascendencia. Y nosotros los mexicanos, por cada tragedia o asunto serio, sabemos hacer un chiste a modo. Aunque los problemas no tengamos ni idea de cómo resolverlos.
La frivolidad transgrede, disfraza, siempre oculta y distrae la atención del fondo de los asuntos. Y a veces ése es el fondo de los problemas, el no concentrarnos con seriedad en las relaciones causales.
Todos sabemos que la frivolidad de las fastuosas dinastías europeas, que crearon hasta estilos de vida y arte como el rococó, hoy nos parecen ridículas por exageradas y rebuscadas. Pero se lo tomaban muy en serio como asunto de poder.
Empezaban compitiendo por el castillo mas grande y terminaban con la guerra más sangrienta. Repitieron el ciclo hasta que el pueblo se hartó, y el invento del Doctor Guillotin, terminó con la juerga. Esto dio inicio a la revolución basada en la igualdad, libertad y la fraternidad, lo que ahora llamamos «pensamiento liberal».
Se invirtieron 200 años desde 1789. Se disolvieron imperios enteros, se alcanzó la independencia política y territorial de la mayoría de los países. Se perdieron millones de vidas en ajustes y reacomodos bélicos. La ciencia y la tecnología avanzaron como nunca antes, se han salvado muchas vidas también gracias a ello.
La frivolidad en el ejercicio del poder es la tentación mas fuerte que debe vencer cualquiera que aspire a ser recordado por el bienestar y resultados reales que entregó y no por sus torpezas teatrales al ejercerlo.
Frivolidad y seriedad se oponen cuando se está en el poder, pero la frivolidad borra todo vestigio de realidad. Clinton es más recordado por sus disfrutes en la Casa Blanca, pero no por todo lo bueno que pudo haber hecho.
Mal están las cosas cuando con tanto esfuerzo y generaciones se dedicaron a tratar de llevar a la humanidad por otros caminos a través de la dispersión del pensamiento liberal, lo que obtuvimos al final como producto de la evolución social es la internet y su frivolidad asociada.