Por Félix Cortés Camarillo
La noticia de ayer no fue, como era de esperarse, el avance de la salud del presidente López en el camino de tomarse en televisión la temperatura y la oxigenación de su cuerpo, al aire, venciendo al contagio del Covid 19, y la cascada de buenos deseos por su pronta recuperación de cuanto poderoso gobernador de las provincias del Virreinato estuvo disponible.
No.
La noticia más importante de ayer, hoy y por unos meses, fue la decisión de la poderosa corporación bancaria que se llama Citigroup, la más importante del mundo, de vender la parte principal de su empresa, que está en México, y que se llama Banamex. En el lenguaje técnico, la operación bancaria de día a día que se llama Banamex, cambia de dueño. Se vende.
Hoy nos enteramos que la señora Jean Fraser, la mera mera de Citigroup, cuyo anterior cargo era manejar Citigroup en América Latina, estuvo en México el 10 de agosto del año pasado para advertirle al presidente López de sus intenciones de Citi de irse de nuestro país. La señora Fraser habla perfecto español, está casada con un cubano banquero de Goldman Sachs, el señor Alberto Piedra, con quien tiene dos hijos. Hoy nos enteramos que la Secretaría de Hacienda fue enterada de la decisión tomada por Jean Fraser pero que guardó silencio.
Hoy sabemos que lo único importante es de qué manera todo este margallate afecta a nuestro bolsillo. En esta situación, que los cursis de hoy llaman escenario, tiene que aplicarse un principio matemático definido por Tomás Moro –decapitado en Londres el 6 de julio de 1535 por no reconocer a Enrique VIII como jefe de la iglesia– que se aplica a la lógica y que se lee en inglés if and only if. En mi simple traducción: si, y solamente si…
El principio es muy sencillo: la primera premisa de un silogismo es cierta o falsa sólo si la otra lo es. En castellano normal se dice siempre y cuando. Las consecuencias de esta sacudida al sistema bancario mexicano dependen de que la compraventa de Banamex se realice. O sea que todo depende. If and only if.
Sobre todo, siempre y cuando se encuentre un comprador dispuesto a meter alrededor de 38 mil millones de dólares a un negocio enorme en un país con grave inestabilidad de su gobierno hacia el capital extranjero.
He escuchado la hipótesis de que para esta paloma hay tres tiradores prestos: HSBC, Banorte y Banco Azteca. Con la excepción de HSBC, que representa al gigante del capital chino, los otros dos –o cualquier otro, por ejemplo Inbursa de Slim– inevitablemente necesitarían un socio de fuera. Ahora, de que los hay, los hay.
El asunto es que cuentan que la señora Fraser le dijo al presidente López que la salida de Citicorp de México estaba motivada por la falta de confianza universal en la política de la 4T hacia el dinero extranjero. De ahí que un buen amigo haya puesto a circular en Facebook la idea de que un aspirante a comprar Banamex era el Banco del Bienestar, esa entelequia demagógica del presidente López.
Si ese absurdo se concretase –se trata de 38 mil millones de dólares– estaríamos cautivos en una deuda eterna de todos los mexicanos, un Fobaproa revisado y aumentado.
La sacudida no tiene impacto directo en la enorme clientela de este sistema bancario que todavía se llama Banamex. Las cuentas, tarjetas de crédito, préstamos, deudas, seguros y otras maromas siguen tal cual. Probablemente con otro nombre, porque los dueños de Citi decidieron incluir en el paquete de venta hasta la marca. Cambiará el nombre en el frontispicio de la sucursal bancaria o en el plástico que llevamos en el bolsillo: adentro todo sigue igual.
Necesitas, pides; debes, pagas. No pagas, pides más. Dejas de pagar, pierdes. Y siempre ha sido así. Y seguirá siendo. Ahora: en el caso que nos ocupa, seguirá siendo siempre y cuando esta operación de compra-venta suceda.
Que se someta a las disposiciones de la Comisión Bancaria y de Valores, a lo que diga Hacienda, y sobre todo a lo que ya dijo sin duda el presidente López. Y si esto es así, tiene que estar sujeta a las disposiciones fiscales de México. Ya lo estuvo la venta, precisamente de Banamex a Citigroup por unos doce mil millones de dólares. Ya lo estuvo la venta de la cervecería Modelo a sus compradores belgas. Aquí estamos hablando de una compraventa choncholona. Nada más ni nada menos, ahora, de casi cuarenta mil millones de dólares.
¿Alguien puede calcular la inyección de dinero que los impuestos que se debe pagar de esta operación le dejaría a la cuarta simulación?
If and only if.
PREGUNTA PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): Señor presidente, ahora que ya no tiene nada qué hacer o a quién vituperar, póngase a ver en Netflix The Crown. Vale la pena.
felixcortescama@gmail.com