Por José Jaime Ruiz
@ruizjosejaime
Así como nuestros gobernantes, arbitrariamente, cruzan etimologías sin rubor (Alfonso Martínez Domínguez y su “Macroplaza”, griego y latín: debiera ser Gran Plaza), así mi arbitrio impone “pubercracia” o el gobierno de quienes empiezan a madurar en la reis pública, pero mantienen regresiones pueriles. Así nuestro gobernador Samuel Alejandro García Sepúlveda; así su princesa consorte, Mariana Rodríguez Cantú. El paso de su infancia pública (influencers) a la edad adulta (gobernantes) es, obvio, accidentado.
Enmascarados en la cutícula de la simulación, los actos de la pareja se pretenden altruistas; no lo son, caen en el egoísmo, más aún, en la egolatría: se complacen en la imagen propia (redes sociales a través de selfies) a costa de la imagen ajena: el bebé Emilio en casa de la familia García Rodríguez; Mariana “apiadándose” de los homeless. En el universo de su simulación es importante “representar” el papel de que ejercen el gobierno “en beneficio de la gente” y entonces “aparentar” es su verbo esencial para colocar su realidad como la realidad pública.
“Cuando su público también se convence de la representación que él ofrece –y éste parece ser el caso típico–, entonces, al menos al principio, solo el sociólogo o los resentidos sociales abrigarán dudas acerca de la ‘realidad’ de lo que se presenta (Erving Goffman, La presentación de la persona en la vida cotidiana. Amorrortu editores, Buenos Aires, p. 29).
La demasiada exposición-exhibición se convierte al poco tiempo en retrotracción donde se gobierna desde el refugio de las redes sociales; la agenda pública (Mariana con los clochards) como agenda privada ya que no se invita a los medios de comunicación a cubrir esa agenda porque, se sabe, el Instagram carece de preguntas críticas; o Samuel Alejandro como maestro de ceremonias en una conferencia de prensa donde no acepta preguntas, precisamente, de la prensa. Al retrotraerse, la pareja disminuye su agenda setting a un monólogo y advertidamente transitan de la exhibición (redes sociales) a la inhibición (la vida realmente pública).
https://elpais.com/mexico/2022-01-23/mariana-rodriguez-cantu-las-redes-sociales-se-nos-han-ido-de-las-manos-a-veces.htmlLa entrevista de Mariana en el periódico español El País es un control de daños inteligente que va en el mismo tenor de propiciar una entrevista amable, o “bonita”, según el adjetivo preferido por Glen Villarreal Zambrano, director de Comunicación Social. Se asienta en el medio español: “huye de las entrevistas, esta es la primera que concede desde que su círculo la llama Primera Dama, a tres meses ya de la toma de posesión de García como gobernador”. Inhibida ante los críticos medios nacionales, Mariana “huye” de las entrevistas incómodas. Desde las encuestas cuchareadas, por otro lado (Mitofsky), le doran la píldora al gobernador y lo marean con la irrealidad.
Y así la “pubercracia” –si se estanca y no madura– acaba ahogada en el espejo de Narciso.
¿Y aquellas cámaras tan críticas con los gobernantes? ¿Dónde quedaron?
¿Y qué fue de las aguerridas cámaras de Nuevo León que tanto criticaban a los gobiernos anteriores? ¿Dónde su combativo discurso mediático y presuntamente moral que calificaba y descalificaba administraciones? ¿Dónde el Consejo Cívico? ¿Dónde la Canaco? ¿Dónde la Caintra? ¿Acaso sólo subsisten voces aisladas como la de Gilberto Marcos, Liliana Flores Benavides, Claudia Tapia, Guillermo Martínez Berlanga o censurados críticos de izquierda como Raúl Rubio? Y desde el gobierno, ¿dónde la voz de Ximena Peredo o de Alicia Leal?
“Il n’y a pas de démocratie effective sans vrai contre-pouvoir critique”, expresaba Pierre Bourdieu. Pa’ que entiendan: No hay democracia efectiva sin verdadero contra-poder crítico.
