COMUNICACIÓN EN LÍNEA
Por Omar Cervantes Rodríguez
Hace poco tiempo escribía sobre las nuevas formas de hacer comunicación política en esta época digital y cibernética, dándole el beneficio de la certeza a quienes apuestan por las redes sociales y sugiriendo que se combine de manera asertiva con la estrategia para los medios tradicionales, en un país en el que lo primero que debemos saber es cómo se comporta la nueva opinión pública, lo cual nos hace reflexionar a fondo cuando vemos la forma de comunicarse de Mariana Rodríguez Cantú en temas sociales como los procesos de adopción de menores.
La esposa del gobernador de Nuevo León, Samuel García Sepúlveda, que a la vez es la titular de la oficina Amar a Nuevo León, este fin de semana y el inicio de ésta, ha dado muestra de que los viejos esquemas de la comunicación pueden quedar en desuso y ser sustituidos por nuevas visiones para establecer la forma de comunicarse con sus diferentes públicos.
Mariana Rodríguez Cantú, en menos de un año, ha tenido una evolución interesante, de ser influencer de redes sociales, pasando por ser promotora electoral digital de la campaña de su esposo y, actualmente una comunicadora natural que, desde su posición en el gobierno, está mostrando nuevos esquemas de comunicación que vale la pena analizar.
Más allá del debate polarizado que suscitó la noticia del matrimonio García Rodríguez y el pequeño Emilio, del cual no pretendo opinar primero porque no soy experto en el tema de adopciones y segundo para evitar caer en la polarización sin argumentos que yo mismo cuestiono, prefiero centrarme en las lecciones de comunicación que estos episodios nos están dejando.
Igual que lo escribí en aquella ocasión, sigo sosteniendo que la forma de hacer comunicación política ya cambió y que debemos aprender de los nuevos esquemas actuales, tomando lo mejor de la época del pasado reciente y sumando los mecanismos innovadores del presente para generar nuevos modelos que tengan más eficiencia, aplicando la máxima, renovarse o morir.
Esto no quiere decir que todo lo pasado esté descontinuado, ni que las redes sociales o la digitalización sean la panacea, sino más bien, elegir lo mejor de ambas generaciones y desarrollar mejores sistemas que conecten de manera más efectiva con el público que, por cierto, también ya cambió y hay que tratar de entenderlo, no sólo por la composición demográfica del país, sino por los diversos canales de comunicación que hoy existen.
Y un ejemplo de estas nuevas formas, sin hacer juicios de valor positivos o negativos, es lo que acaba de hacer la joven primera dama de Nuevo León ante lo que algunos afirmaban que podría ser la primera crisis comunicacional del aún nuevo gobierno, al menos sorprendiendo a la mayoría, cambiando la fórmula tradicional de reaccionar y poniendo en la agenda pública el tema de fondo, como lo hizo este lunes en la primera mesa de trabajo para mejorar las adopciones en la entidad.
Se podrá estar a favor o no de las acciones de Rodríguez Cantú, pero lo que nadie podrá negar es que sencillamente rompió el script del “by the book” tradicional para enfrentar lo que pintaba para ser una crisis nacional ante la aparición del SDIF en el caso.
Ante la ola de cuestionamientos de algunos medios de comunicación masiva, severos juicios en la tuitósfera y en las redes sociales, algunos auténticos y otros seguramente inducidos, en un tema álgido porque toca las fibras sociales, Rodríguez Cantú bajó su perfil público unos días, mientras el gobierno proponía otros temas en la agenda como alternativa de información, para después aparecer ella misma en dos entrevistas exclusivas, una en un medio local y otra en un medio internacional, mostrando su lado humano e incluso reconociendo posibles errores en el uso de su network digital, pero sosteniendo que volvería a hacer lo que hizo e invitando a un debate mayor, de altura, sobre el tema de fondo.
Además de replicar ambas entrevistas en sus redes sociales, la estrategia concluyó en esta etapa este lunes al llevarse a cabo la primera mesa de trabajo para mejorar los métodos de adopción en el estado, en una intervención en la que, con datos en la mano, explicó con claridad el fondo del asunto que a partir de ya es una prioridad en la agenda gubernamental y que seguramente hará visible, un tema no inexistente, pero sí ignorado por la mayoría.
Aplaudir esta fórmula no resta objetividad a quien escribe, ya que en todos los ámbitos siempre he sido partidario de la crítica propositiva que construye y el debate respetuoso de las ideas, sin caer en los extremos de los ataques o las defensas sistemáticas que sólo polarizan y en nada abonan a buscar el bienestar de nuestra sociedad.
Balancear el uso de la comunicación digital con una buena estrategia con los medios tradicionales, humanizar el discurso al nivel incluso de reconocer áreas de oportunidad y llevar el mensaje a los debates profundos, me parece al menos algo diferente al “by the book” anterior en el que los esquemas eran muy diferentes, comenzando porque no se daban exclusivas y se caía en la presión mediática o de las redes sociales de manera reactiva.
¿Bueno o malo? ¿En curso de definirse nuevos modelos? Esperemos que sí porque la ciudadanía ya cambió, la forma de hacer política ha ido modificándose en la última década y por supuesto la comunicación también debe cambiar, adaptándose a una nueva realidad.
Un último comentario. La opinión pública es muy diferente al círculo rojo y ahí esta parte del problema que debemos descifrar quienes hacemos comunicación. ¿A quién le estamos hablando? He ahí lo que hay que analizar, entender y ajustar a los nuevos tiempos.