Noticias en Monterrey

Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Por Félix Cortés Camarillo

Si se calla el cantor
calla la vida.
Porque la vida,
La vida misma es todo un canto.

Horacio Guarany, «Si se calla el cantor»

Mucho tienen de servilismo y de abyección los pueblos de vocación monárquica: los supuestos líderes que se les imponen disfrutan en la autodegradación y en el sometimiento a los superiores que ellos mismos se impusieron. Peor en ese sentido están los que tienen una vocación monárquica sin monarca: suelen buscar un rey en cada carta de la baraja y lo ungen con fervor delirante.

La circunstancia y complejos de inferioridad han hecho del mexicano un pueblo de esos, de vasallos en busca de un rey, como si fueran los personajes de Pirandello. “Mande usted, como usted diga, a la hora que usted mande, a sus órdenes” son frases muy nuestras; especialmente aquella de que “es la hora que usted diga, señor presidente”. 
Uno quisiera pensar que todo tiene bordes y fronteras que no deben cruzarse nunca. 
Uno se equivoca.

La cuarta simulación ha despertado esa vocación de esclavos sadomasoquistas a niveles insospechados. Acorralado en su propia soledad obsesiva, el presidente López genera u ordena la expresión más explícita de la sumisión abyecta, sin que le preocupe ni por casualidad guardar la apariencia de una espontaneidad fingida. Los gobernadores emanados de su pandilla en el poder firman -y yo diría que con su sangre- un manifiesto de adhesión y solidaridad que nadie les pidió y que resulta como flecha al sol, sin destinatario alguno.

De nada sirve que la institución encargada, por ellos mismos, de guardar las formas de una neutralidad fingida descalifique su documento: la heredera aparente de este trono se ufana de que le pueden quitar su manifiesto pero no sus convicciones y lealtades partidistas. Como si la ley se tuviera que sujetara ellas y no al revés volteado.
Con los senadores es peor.

El vocablo senador viene de senex, que quiere decir viejo; nuestros antiguos pensaban con justa razón que la edad provecta equivalía a una acumulación de experiencias combinada con madurez de criterio.

Los senadores de Morena se volaron la barda, en términos que su jefe el presidente López puede entender. En un documento que nadie les pidió pero que el presidente López les agradece indudablemente, afirman que “el presidente Andrés Manuel López Obrador encarna a la Nación, la patria y el pueblo” (sic). Dos veces en el manifiesto se afirma incondicionalmente la lealtad de los legisladores, que forman parte de un poder distinto al ejecutivo, y para cerrar califica a los que no compartimos esa abyección como “traidores a la Nación, la patria y el pueblo”.

Precisamente las baterías presidenciales no dejan de apuntar -y disparar—cotidianamente en contra de los periodistas y los medios que no dedican su talento a la alabanza estéril y barbera: se les desprecia como si fueran bufones corruptos. La ignorancia hace llevar al presidente López a pensar que los bufones y los heraldos de las cortes medievales eran algo más que piezas de diversión y voceros de sus caprichos. Fueron el origen de los editorialistas y los noticieros de hoy.

PREGUNTA PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): con todo respeto, señor presidente: ya es un honor que a uno lo agreda López Obrador.

‎felixcortescama@gmail.com

Fuente:

Vía / Autor:

// Félix Cortés Camarillo

Etiquetas:

Compartir:

Autor: stafflostubos
Ver Más