Por Félix Cortés Camarillo
Anochece el domingo en Beijing. Una pareja de bailarines descalzos ejecuta una danza sobre la pista de El Nido, que así llaman los chinos al estadio sede de los Juegos Olímpicos de invierno clausurándose en esa ceremonia. Y por alguna razón, que tengo muchas, me imagino a la Humanidad pendiente de una danza de dos bailarines, descalzos y poderosos danzando sobre el frágil hielo de Ucrania.
Es la mañana del mismo domingo en Washington, sólo que trece horas después y en el programa Meet The Press, con la presencia del secretario de Estado de los Estados Unidos Anthony Blinken quedo claro que, aunque ya hay metralla en Ucrania, la posibilidad de ver un soldado de los Estados Unidos combatiendo con uno ruso en ese triste país, es remota. Los ucranianos de etnia rusa que están en las llamadas repúblicas separatistas de Donetsk y Luhansk, sobre las márgenes del rio Donetsk ya cruzan bala con las tropas de Ucrania. Dicen las malas lenguas que bajo la bandera de estas dos regiones hay soldados regulares rusos.
Y nadie se quita las máscaras, como si estuviéremos en un baile del carnaval veneciano. El presidente Biden afirma que Rusia invadirá territorio que considera ruso cualquier día o semana de éstas. Voldymyr Zelensky, presidente de Ucrania, le dijo el sábado a la vicepresidente Kamala Harris que si Estados Unidos están tan seguros de la agresión rusa, por qué no toman las medidas militares pertinentes. El gobierno norteamericano insiste en que ante la agresión rusa vendrán graves represalias económicas contra Putin y su administración- Esto, sabiendo por experiencia histórica que las sanciones económicas castigan al peladaje y no a los dirigentes de un gobierno. Dimitri Peskov, dice que el último gobierno que quiere usar la palabra guerra es el ruso, del cual es vocero.
El moderno arte de la guerra, que escriben las grandes potencias nucleares, enseña que los conflictos granes no convienen: lo mejor son las guerras localizadas y menores.
La Guerra Civil Española fue un ensayo general para la Segunda Guerra Mundial. Gernika fue algo más que motivo para un cuadro magnífico de Picasso; sirvió también de campo de ensayo de nuevos armamentos y prueba de explosivos más potentes. Las guerras en el Medio Oriente son, además de jugarretas del poder y mercado de las influencias regionales, un estupendo negocio para los fabricantes de armas, que están en los Estados Unidos, China, Rusia, Israel y otros países rufianes. Especialistas, además, en el arte de la máscara y el mimetismo.
En otras máscaras, en estos días el único estado de la Unión Americana que no echará abajo la disposición de cubrebocas obligatorio en sitios públicos será… Hawai. No debiera ser noticia inadvertida en México, con su porosa frontera que si deja pasar de aquí para allá “lo que quepa por el puente”, las puertas estarán más abiertas a todos los contagios. Que no se nos olvide que hay más de 30 millones de norteamericanos que no se han vacunado y que no piensan hacerlo. Aguas.
PREGUNTA PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): No quiero decir que se los dije, pero se los dije: hubiera sido mejor usar desde endenantes el maldito avión presidencial. También aquí hay que quitarse la careta.
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