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Tierra, viento y fuego… y agua

Por Francisco Tijerina Elguezabal

“La sociedad no es una enfermedad, sino un desastre. Es un milagro estúpido que consigamos vivir en ella.” Emil Cioran

Como el nombre de la vieja banda de los 70’s que hizo toda una época, a la tierra, viento y fuego que se ciernen sobre Nuevo León, hay que añadir la falta de agua.

Y ojalá fuesen las únicas amenazas que nos acechan: la movilidad y la inseguridad forman parte de las diarias preocupaciones de una metrópoli que sigue creciendo paso a paso y que durante décadas se ha acostumbrado a resolver sus grandes problemas con remiendos y pegazones, con engrudo y con tablitas.

Ya lo predijo ese viejo lobo de mar que fue don Alfonso Martínez Domínguez al poner en marcha la Presa Cerro Prieto: si no trabajan en ello, para el 2020 habrá otra crisis del agua.

Y no se equivocó.

Tenemos la gran reserva de “El Cuchillo”, pero con una sola línea de extracción y así no se dan abasto. Hemos llegado al punto del racionamiento y la inmensa mayoría de los regiomontanos siguen igual, aunque ahora juntando agua un día a la semana.

Pero también el viento y la calidad del aire son un problema. Viviendo rodeados de montañas y por nuestra ubicación geográfica el aire se estanca y nos llena de contaminantes; poco hemos hecho en realidad para resolver el problema.

Junto con lo anterior está la movilidad. Con un pésimo transporte colectivo y en una sociedad en la que el status lo marcaba el poseer un vehículo propio, nos llenamos de coches hasta casi paralizar nuestras calles y avenidas, lo que viene a aumentar la emisión de contaminantes derivado de la pésima calidad de gasolinas que nos surten.

Y no resolvemos una cosa cuando surge un nuevo desastre qué atender.

Fenómeno cíclico, el problema de los incendios forestales es más un tema de falta de prevención y atención oportuna, que un asunto de andar prohibiendo fogatas. El asunto es crear conciencia y colocar en cada temporada sistemas y equipos de respuesta rápida para evitar su propagación. Pero no entendemos.

Una de las principales inquietudes de los habitantes de la zona conurbada es la seguridad, así lo confirman las encuestas y es que desde hace ya muchos meses el nivel de violencia se ha incrementado de una forma dramática.

Culparán como de costumbre a peleas entre grupos delincuenciales o dirán que es producto del encierro y la pandemia, pero a diario aparecen muertos y ejecutados por doquier, mientras los encargados se conforman con brindarnos extensas explicaciones de los motivos, pero nulas medidas para abatir el fenómeno.

Hoy, tristemente, los pleitos y diferencias se arreglan como en el viejo oeste, a balazos, sin que veamos acciones concretas de los gobiernos que son incapaces de atrapar a los rateros que a diario se roban tapas de registro, placas de monumentos, cableados eléctricos, sin que nuestras policías los detengan.

Somos, en suma, un desastre perfecto.

ftijerin@rtvnews.com

Fuente:

Vía / Autor:

// Francisco Tijerina

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Autor: stafflostubos
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