Por Félix Cortés Camarillo
Neptómenus, hijo de Eácides, fue rey de Épiro, región del sur de los Balcanes griegos, en el siglo cuarto antes de nuestro tiempo. Fue llamado Pirro, que quiere decir rubio, pero su apodo era El Águila por su irremediable vocación guerrera. Su obsesión fue la derrota de una Roma decadente, y hacia allá se embarcó en el año 280 A. C. con 20 mil soldados, 500 honderos, dos mil arqueros, tres mil caballos y veinte elefantes.
Desembarcó en Taranto, donde surgió la danza llamada tarantela bailada para deshacerse de los bichos, y tuvo su primera batalla en Heraclea; ahí perdió, según Dionisio de Halicarnaso, trece mil de sus hombres, pero los romanos huyeron frente a los elefantes que desconocían como vehículo de combate. Un año más tarde, en Ausculum se dio la segunda batalla. Los griegos perdieron tres mil quinientos soldados pero ganaron. Dicen que entonces pronunció Pirro la frase que le consiguió un lugar en la historia, y que dice más o menos: si consigo otra victoria como ésta, tendré que regresar solo a Épiro. Desde entonces, los triunfos que se consiguen más en las declaraciones que en los hechos, se llaman victorias pírricas. Ganar perdiendo.
Ayer me brotó la frase, junto con ella la que me enseñó mi papá, de que nada es verdad ni es mentira y todo es según el cristal con que se mira.
A propósito de la farsa llamada plebiscito sobre la revocación de mandato, todos se proclaman vencedores. La tramposa pregunta para el sí (que siga en su puesto el presidente López su mandato como lo ordena la Constitución) implicaba dos respuestas contradictorias. El que siga porque estoy feliz con él y el que siga porque está obligado por ley. Al arrejuntar las chivas preñadas con las paridas se juntó un rebaño abundante del 90 por ciento que piden que no se vaya el presidente.
Para el cristal con el que mira el presidente López, su éxito fue arrollador y sin precedentes: el pueblo lo adora al son de ocho de cada diez. Una victoria pírrica. Según el dirigente (?) de lo que queda del PRI, el plebiscito fue un balazo en el pie que se dio Andrés Manuel.
Ahí está la trampa. A modo grueso, como dice el clásico, menos del veinte por ciento del padrón electoral se presentó a las urnas. En ese sentido el abstencionismo, que es la forma de nuestro rechazo, sí es histórico. Según el cristal con el que yo veo, el ejercicio del domingo fue una muestra excelente de la capacidad del INE para cumplir impecablemente sus funciones. A pesar de los obstáculos, triquiñuelas, agresiones y persecución de que ha sido objeto desde hace tres años desde la Presidencia de la República, todos los días. Pero además, ensayo general de una pieza teatral que subirá a la escena el verano de 2024. Un inventario de cuarteles y arsenales. Los actores políticos saben, a partir de ayer, con qué cuentan y de qué carecen.
Para el aparato de gobierno, los resultados le permiten saber que si en el 2018 su líder consiguió treinta millones de votos, el domingo apenas alcanzó la mitad. ¿Dónde quedó el resto? Todos sabemos que en el 2018 la gran mayoría no votó en favor de López Obrador sino en contra del PRI y el PAN, como antes no habían votado en favor de Fox sino en contra del PRI. Morena tendrá que hacer un ajuste en sus programas de apoyo social en los estados en donde el repudio a su líder fue mayor. Sobre todo, y eso es una advertencia que los mexicanos debemos tomar muy en serio, Morena NO puede ganar con el INE serio y decente que hoy existe, y va a intentar destruirlo a como dé lugar. A las declaraciones del presiente López me remito.
La oposición, si existiese, debiera buscar la manera de transformar ese ochenta por ciento de votantes mexicanos para que pongan fin al experimento demagógico que impulsa el presidente López eligiendo a su sucesora. Ella ha dejado una excelente muestra de su perfil personal y político en el rastrero e ilegal apoyo a su jefe máximo.
Los votantes mexicanos también debemos leer el mensaje. Hemos de convertir, en las elecciones de 2024, esa abstención en un voto racional y razonable, exigiendo su respeto. Podríamos empezar en las elecciones muy próximas donde las hay.
Baraja nueva.
PILÓN PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): Alexander Dvornikov es el nuevo jefe de la invasión por ahora frustrada de Ucrania por parte de Rusia. El mílite tiene fama de sanguinario contra los civiles, como lo muestra su expediente en Siria.
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