Por Efrén Vázquez Esquivel
Con ciertos cambios de postura en el caso del PAN, en todo México la revocación de mandato fue una demanda que estuvo en las agendas de los partidos de oposición desde hace 30 años. En Nuevo León, las primeras voces que se escucharon exigiendo este instrumento jurídico de la democracia participativa, fueron los panistas Alfredo Corella Gilsamaniego y Jacoba Niembro de Lobo, ambos extintos.
No obstante, durante los sexenios de Vicente Fox y el de Felipe Calderón, las exigencias de revocación de mandato procedentes del PAN ya no se escucharon. No fue sino hasta el gobierno de Peña Nieto, cuando los albiazules reactivan esta demanda, lo que favoreció a Nuevo León porque, unidos los panistas al MC y al PT, aprobaran en abril de 2016 la Ley de Participación Ciudadana, que estuvo atorada por 13 años, en la cual se incluye la revocación de mandato.
Pero, de nuevo los panistas dan la espalda a esta figura jurídica. En la cesión del Senado del 10 de octubre de 2019 en la que fue aprobado el dictamen de la consulta popular y la revocación de mandato, previa modificación del proyecto original en aproximadamente 98 por ciento, fue aprobado por el PRI y Morena. El PAN votó en contra, con excepción de Damián Cepeda, Xóchilt Álvarez y Roberto Moya, y de la abstención de Víctor Fuentes.
Así las cosas, y como no hay fecha que no se cumpla, llegó el esperado día. El resultado de los sufragios, aunque todavía no oficiales a la hora de escribir este artículo, está por arriba del 17% de los empadronados, y más del 90 por ciento refrenda su confianza al Presidente. Y previo al día esperado desde hace 30 años, como en el juego de la pirinola, todos pusieron todo, y todos tomaron todo, todos ganaron, nadie perdió; todos, detractores y apoyadores dicen haber ganado.
Los detractores de Andrés Manuel, panistas, priistas, perredistas, etcétera, buscando atemorizar a la población, pusieron sabor de engaño a su discurso anti-AMLO y anti-revocatorio de mandato; trataron por todos los medios de estimular el abstencionismo, propagando la idea de que la revocación de mandato es el primer paso rumbo a su reelección. Uno de los memes de las redes sociales que más me llamó la atención, porque desnaturaliza la idea de revocación de mandato, dice que “México es el único país donde vamos a votar dos veces por el mismo pendejo para que ocupe un cargo que ya ocupa desde hace tres años y su nombre es el único en la boleta”.
Y en cuanto a los apoyadores del Presidente, también hicieron lo propio. En las redes sociales pusieron todo, todo cuanto estuvo a su alcance, llegando incluso a la violencia verbal para desarticular el discurso anti-AMLO de las derechas, apoyado en Monterrey por un fragmento de las izquierdas conocido como la hojarasca de los 70.
Nadie perdió, Andrés Manuel percibe los resultados como un triunfo, celebró que más de 15 millones participaron en la revocación de mandato; los detractores, en cambio, festejan que 8 de cada 10 mexicanos decidieron no participar en este proceso.
También yo me proclamo triunfador. Tomando en cuenta no el número de los sufragantes, ni el porcentaje que manifestó que el Presidente continué o se vaya, sino lo que es el fin esencial del ejercicio de revocación de mandato: que los ciudadanos se involucren en los asuntos más importantes de su comunidad, aquí no hay perdedores. Ganamos todos porque nadie quedó exento de participar en este debate, esto ya es un triunfo, falta ahora elevar la calidad del debate y mejorar las prácticas políticas.