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Por Francisco Tijerina Elguezabal

“Demasiado tarde comprendí que no es posible esperar a ser perfecto, que hay que salir a la vida y caerse y levantarse como todo el mundo.” // Ray Bradbury

No voy, ni siquiera intento justificar a nadie, pero me parece que resulta bastante sencillo criticar “a toro pasado” a quien ha cometido un error, lo que no justifica el pedir con vehemencia y pontificando su linchamiento.

Únicamente no se equivoca ni comete errores quien no hace nada, pero quien realiza una acción corre el riesgo humano de tener un traspiés y caer en un desliz y no por ello se le debe satanizar ni crucificar.

Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra y quien crea que es “Juan Camaney” y que en su perfección no se ha equivocado jamás, que vaya y se pruebe un solo día para que vea que no es sencillo.

Me indigna y enfada el linchamiento que se ha hecho de María Julia Lafuente por una pregunta que hizo en la entrevista que realizó en días recientes al padre de Debanhi Escobar. El cuestionamiento sin duda fue de mal gusto y pudo aportar poco en el marco de la entrevista, pero vaya fue eso, un error, un tropiezo, un desliz.

Sostener un espacio de tres horas en la televisión en vivo todos los días no es algo sencillo. Mantener el ritmo y el interés requiere de aplomo y concentración y María Julia lo ha hecho por largos años; no me parece justo, ni correcto, que por un error de un día haya quienes se rasguen las vestiduras y exijan su remoción.

¿Me equivoco? Ahí están el rating y los anunciantes que dejan en claro la aceptación que el público tiene de ella y su trabajo; repito, no falla el que no se mueve y muchos de los que hoy se tiran al piso escandalizados no son capaces de hilvanar un diptongo, mucho menos de sostener un encuentro como el que nos ocupa y salir airosos.

Somos contemporáneos y conozco a María Julia desde sus inicios. A lo largo del tiempo hemos cultivado una amistad de esas que no requiere de verse con frecuencia pero que sabe, siempre y en todo momento, que estamos pendientes el uno del otro, que de alguna forma nos enteramos de nuestro ser y estar.

Pero más allá del cariño mutuo, me enfada la ligereza con la que algunos le crucifican, como si en ellos fuesen perfectos e impolutos.

En los más de 40 años que tengo de ejercer el periodismo he cometido muchos errores y he tenido la oportunidad de expresar una disculpa cuando así ha ocurrido, porque cuando haces tu trabajo con buena voluntad es entendible que te tropieces.

La perfección no existe.

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// Francisco Tijerina

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Autor: stafflostubos
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