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Por Francisco Tijerina Elguezabal

“Yo conozco al pueblo: cambia en un día.
Derrocha pródigamente lo mismo su odio que su amor”
Voltaire

Cada vez son más frecuentes, pero también más intensas, las protestas de ciudadanos que, cansados de no ser atendidos, emplean como última alternativa el bloquear calles o avenidas para llamar la atención de las autoridades.

Ya sea por falta de luz o de agua o por no estar de acuerdo en la forma en que se quiere construir la nueva Línea del Metro, las personas toman las calles sin muchas veces medir las posibles consecuencias de su acto.

Hasta hoy los que protestan han encontrado la solidaridad de los afectados por sus barricadas, pero no tarda mucho en que esa empatía se convierta en desesperación y el apoyo se transforme en airado reclamo, de suerte que la protesta contra el gobierno termine en una lucha entre ciudadanos, sin que podamos predecir sus alcances y resultados.

Ya hemos visto en otros lugares del mundo cómo conductores de vehículos enfadados son capaces de echar encima de la gente su auto o camión sin importar a quién atropellan o el daño que le causen.

Tienen razón unos y otros en enfadarse, pero la molestia y la exigencia debería quedarse sólo del lado de las ineficientes autoridades que no son capaces de dar respuesta a sus demandas y no entre ellos. Una cosa es lo deseable y otro lo que pasa en la realidad.

Y mientras nuestras autoridades están más preocupadas por jugar a ver quién junta más fichas de su color y seguir culpando al pasado de su falta de resultados, los ciudadanos aguantan estoicos la falta de luz, de agua, de seguridad, de transporte y de tantas cosas más.

La paciencia tiene un límite y mucho me temo que las condiciones y circunstancias actuales están casi al borde de un estallido que no se sabe cuándo ni cómo, pero que no tarda mucho en presentarse, convirtiéndose en una verdadera prueba de fuego para nuestros gobernantes que ahora sí, no podrán echar culpas ni inventar pretextos.

El tiempo corre y la mecha está encendida.

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Vía / Autor:

// Francisco Tijerina Elguezabal

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Autor: lostubos
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