Por José Jaime Ruiz
Se tardó, pero aceptó. Alejandro Junco de la Vega reconoce el derrumbe de “su” gobernador Samuel Alejandro García Sepúlveda. El dueño del Grupo Reforma no pudo soslayar el declive de su político. ¿Torcer la realidad?, imposible. Su pupilo ya no le llenó la pupila. Samuel Alejandro sube al avión del yoduro de plata y se accidenta en caída libre, sin paracaídas, para romperse el hocico en el enfado social.
Es muy probable que nuestro gobernador sobreviva a esta crisis, los nuevoleoneses ponen, no deponen. Ahí siguen los casos de Rodrigo Medina de la Cruz y Jaime Rodríguez Calderón. Aspiracionistas económicos, los regios respiran la nada política. La sequía intelectual los habita. Desde el pago puntual de sus sponsors, Alfonso Reyes escribió que éramos héroes en mangas de camisa. Ni héroes ni mangas, el ciudadano tiene que bañarse en las calles.
Me corrijo, vuelvo a lo sustancial. ¿Cómo hay que leer que 500 nuevoleoneses evalúen a Samuel Alejandro a través de un estudio nada demoscópico de Alejandro Junco? Porque aún lo necesita en el gobierno y, sin embargo, la campaña mediática en contra de Zeferino Salgado y su fiel escudero, Carlos de la Fuente, cesó. Junco de la Vega, asesorando a Samuel Alejandro y obteniendo información privilegiada, los denostó, pero ante la crisis del agua no se impuso como tema.
Derrotado en la derrota social de su gobernador, Junco de la Vega se alejará, es el alacrán que siempre pica a la rana o el sapo a mitad del río. La decadencia local de Junco empezó con el Bronco, la decadencia final en la credibilidad de El Norte ya se da con Samuel Alejandro.
En nuestra distopía ninguna utopía es probable. 500 personas no son un registro válido. Si Junco no puso el nivel de aceptación o rechazo de Samuel Alejandro, quiso engañar de nuevo. Para su incomodidad, la calle y las redes sociales lo desmienten. Quiso mandar al universo a su Buzz Lightyear. Todo fue finito… y más acá. El derrumbe de Samuel Alejandro es también la decadencia de Alejandro Junco. ¿Hasta el infinito y más allá? El pasquín de la calle Washington.
