Por José Jaime Ruiz
@ruizjosejaime
Tal vez sea hora en Nuevo León de pasar de la política de conflicto a la política de composición. No basta una tregua entre el Ejecutivo y el PRIAN legislativo, sino un gobierno, si no de cohabitación, sí una alianza para gobernar.
Ante esto, el alcalde de Apodaca, César Garza Villarreal, es un factor de conciliación entre el Gobierno del Estado, los diputados locales y los alcaldes, sobre todo los metropolitanos. El futuro político de César es la senaduría. Su gestión en el trienio pasado en Apodaca, le dio la reelección, se dice fácil, no lo es.
Político bisagra entre la vieja generación que no sólo creía en la obra pública sino en la inversión social –Eloy Cantú Segovia, José Natividad González Parás– y la nueva clase política, nadie como Garza Villarreal para entender la tarea de cesión sin concesión.
No lo puede realizar Miguel Treviño, alcalde de San Pedro, quien está concentrado en hacer de San Pedro una ciudad de primer mundo donde la infraestructura verde y vial, el equipamiento sustentable, serán su legado. No lo puede hacer Luis Donaldo Colosio, quien está concentrado en rehacer Monterrey, luego del mugrero que le dejaron, para volverla una ciudad habitable e inclusiva (y su proyecto nacional sigue vivo). No lo puede hacer el alcalde de Escobedo, Andrés Mijes, quien tiene que demostrar que Morena es una opción administrativa y gubernamental en un Nuevo León que, en muchos sentidos, es antiMorena.
Luis Donaldo le pasó la estafeta de la coordinación de la Mesa de Colaboración Metropolitana al alcalde de Apodaca y esta coordinación le servirá a César para ejercer lo que mejor hace, es decir, la política de composición. Ya lo demostró hace unos días y aunque sin cargo en el gobierno estatal, César ha sido mejor secretario de Gobierno que el oficial y pachanguero secretario de Gobierno, ¿cómo se llama? Ah, sí, Javier Navarro Velasco.