Por Francisco Tijerina Elguezabal
Ese gran maestro del periodismo que fue don Abelardo Leal, el único y original M. A. Kiavelo, fue también acérrimo aficionado a los toros y gustaba de cuando en vez, comparar el actuar de los políticos con la Fiesta Brava y así dividía los sexenios de gobernadores o presidentes como si fuesen los toros de una corrida o la evolución de un problema como si se tratase de la lidia de un astado.
Aunque en la jerga cotidiana se siguen empleando múltiples frases relacionadas con la tauromaquia, lo cierto es que los tiempos han cambiado y si antes don Abelardo ubicaba a la sociedad como simples espectadores, hoy nuestra realidad exige que lo coloquemos en el centro de todo, en un papel más participativo.
Hace unos días, charlando con mi querida y admirada Susana Valdés Levy, me propuso escribir una analogía entre los toros y la actual administración estatal de Nuevo León, ubicando a la sociedad como el torero y a nuestros gobernantes como el toro al que tenemos que lidiar; el envite me pareció interesante por las condiciones impuestas.
Así, intentaremos reseñar la primera parte de la lidia de “Samuel”, de la ganadería de “Movimiento Naranja”, al que nosotros mismos elegimos en base lo que el propio “Samuel” y sus criadores nos prometieron.
Si la lidia de un burel en la plaza se compone de tres tercios, habremos de dividir el sexenio en esas partes, correspondiendo el primer año en el saludo de capa; el segundo en las varas; el tercero en los quites; el cuarto en las banderillas; el quinto en la faena de muleta; y el sexto en la muerte.
Así, estamos en el cierre del saludo capotero. Aunque en un inicio “Samuel” acometió franco y con bravura a los cites, pronto comenzó a hacer “extraños” y a regatear las embestidas. Es claro que el morito tiene voluntad de ser materia prima para una faena de altos vuelos, sin embargo quiere ser él quien imponga las condiciones, sin importar los deseos y necesidades del lidiador.
El matador determinó que era necesario que “Samuel” se empleara en los terrenos del Covid-19, la inseguridad y el transporte público para allanar el camino y poder ejecutar una bella faena de muleta; las condiciones añadieron el aspecto de la falta de agua y eso complicó el trasteo.
Es claro que no son los terrenos más cómodos, por lo que “Samuel” se defiende, embiste con las manos por delante, tira gañafonazos, aprieta hacia los adentros y vuelve contrario, además de que en ocasiones desparrama la vista y se desentiende de su lidiador.
Todavía no llega al tercio de varas pero ya desde ahora se defiende de la puya que le aplicarán los diputados y partidos, además de otros picadores como las ONG’s y activistas, pero no hay que correr prisa, porque eso ocurrirá a partir del próximo octubre cuando salgan al ruedo, aunque es necesario asentar que es esta la prueba máxima de la bravura, en la que un buen toro debe demostrar su valía y crecerse al castigo.
Es aún muy pronto para hacer una crónica, pero en los primeros lances todo indica que no será una lidia nada fácil ni sencilla y que el matador deberá emplearse a fondo si pretende salir triunfante. A lo largo de la faena los toros cambian de comportamiento, por lo que puede ser que “Samuel” se transforme y se convierta en un toro de bandera. Hoy los pronósticos son totalmente impredecibles.