Por Félix Cortés Camarillo
El golpe de la policía de la Ciudad de México a la delincuencia organizada a la salida de la ciudad capital en el kilómetro 28 de la carretera México-Cuernavaca ha sido muy importante, aunque el gobierno pretenda disminuirlo. No le gustó al señor presidente y tiene muchas lecturas diferentes.
En primerísimo lugar envía a su protagonista, Omar García Harfuch, jefe de la policía capitalina y policía de amplio historial, a la primera fila de los personajes públicos mexicanos. Su reporte de acciones, en el operativo del poblado de Topilejo puede ser resumido en varios enunciados.
1.- Las aseveraciones repetidas de los gobernantes de la ciudad de México -de Andrés Manuel a la señora Scheinbaum, pasando por Mancera, Ebrard y los que recordemos- de que la mafia organizada no existía en la capital del país se muestra totalmente falsa. Los malosos andaban picoteando por ahí y por acá, de Sonora a Yucatán, como si fueran sombreros Tardan, pero nunca habían abierto operaciones en la capital amplísima y conurbada de nuestro país. Esa es una mentira, ahora probada. Los detenidos en Topilejo son miembros de la rama criminal sinaloense de los Chapitos, encabezados por un tal Ovidio, liberado por orden presidencial hace poco tiempo, cuando el Ejército lo había capturado en el Culiacanazo. Banda que está en la capital desde hace tiempo, y muy activa.
2.- La doctrina del presidente López de que a los delincuentes hay que darles abrazos en lugar de balazos quedó manifiestamente expuesta como un vulgar engaño. García Harfuch y su gente realizaron un operativo quirúrgico de inteligencia y operación, capturando a un buen número de truhanes sin necesitar del precepto tan socorrido del presidente López de “mátenlos en cliente”. García Harfuch simplemente hizo lo que el gobierno federal se ha negado a hacer: cumplir con la ley.
3.- El desamparo que en las menciones públicas le ha dedicado López Obrador a la estupenda operación de García Harfuch sólo detecta una tremenda envidia y una advertencia de peligro que el presidente López ha detectado: ante la ausencia de liderazgos válidos en todo el espectro político de todas las corrientes y partidos, el apellido García Harfuch emerge con un peso específico grande en el terreno de los liderazgos.
4.- Pocos olvidan, y Andrés Manuel menos que todos, que el excelente policía Garcia Harfuch es hijo de un excelente subsecretario de Gobernación que pudo -y debió ser- presidente de la República y que se llamó Javier García Paniagua, y nieto de un excelente secretario e la Defensa Nacional que se murió siendo llamado Marcelino García Barragán. Exuda excelencia el árbol genealógico.
Por eso el presidente López no hace mención al exitoso operativo: le roba luces a su actuación y pone en la penumbra su teoría de los todos buenos, menos los malos.
De esa suerte, la emergencia política de Omar García Harfuch, tan cercano a la gobernadora de la ciudad capital, sólo puede llevarlo al fracaso total o a un éxito de apoteosis.
Yo apuesto a que lo segundo tiene más probabilidades.
PILÓN PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): Nadie se come el cuento de que los periodistas que fueron a Washington de gira con el presidente López, se toparon en la calle “de casualidad” con un personaje importantísimo de la historia política de la Ciudad de México y que nosotros -mi mujer y yo- tenemos en alta estima, Raymundo Collins. Cercano a figurones como Andrés Manuel, Mancera, Marcelo Ebrard y otros cuyos nombres me guardo, Raymundo va a reaparecer en el foro político del país más pronto de lo que muchos piensan. Y si reaparece un poquito más tarde, a nosotros nos va a dar mucho más gusto. Se habrá quitado molestas rémoras.
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