Por José Francisco Villarreal
Eso de los pactos a mí me inspira mucha desconfianza. Hasta el pacto social está muy devaluado. Prácticamente todos los pactos se establecen entre notables y cúpulas. Pretenden interpretar la voluntad del pueblo, pero nunca aciertan, o ni siquiera pretenden acertar. La “voluntad” del pueblo es muy simple: vivir en paz, sin lujos pero sin carencias, y con oportunidades accesibles para mejorar. Estos son los puntos no negociables en cualquier pacto en México. Desde esa plataforma sí podemos todos acceder al “primer mundo”, y no sólo por medio de personeros oficiales y discursos. Sin embargo, esa base no negociable ni siquiera se considera. Si el enfrentamiento entre el régimen y sus opositores ha polarizado a la opinión pública, los pactos cupulares lo han hecho en la sociedad desde hace años. Se han radicalizado los actores de la “lucha de clases” marxista a niveles casi feudales. La polarización política actual no es novedad, es una consecuencia.
Por esta razón, entre otras muchas, me preocupa mucho la “refundación” del estado. La propuesta de hacer una nueva constitución para Nuevo León ya me daba mucho repelús.
Las ideas federalistas del joven Samuel pueden alborotar a la muchachada whitexican local, cuya identidad reinera es escenográfica, con sombrero. Hasta animar la estulticia separatista de algunos.
Una “nueva” constitución implica un nuevo pacto social entre los nuevoleoneses, un nuevo Nuevo León, si es que no se acuerda también cambiarle el nombre. Así fue en el siglo XIX, así sucedió en el siglo XX. Y hay que recordar que los constitucionalistas nuevoleoneses en Querétaro fueron más bien conservadores frente a las propuestas sociales de otros en verdad revolucionarios. El planteamiento en todos los casos fue básicamente social, sobre puntos no negociables. Se determinó el cambio de una sociedad, y su refundación como entidad política coherente con la refundación de un país.
A mí me parece que esta novedosa nueva constitución es más bien casi nueva. Sí que hay temas muy bonitos en la propuesta del gobernador García, como el derecho al agua, o al transporte. Aunque ambos son derechos que ya tenemos y en los cuales, su gobierno y otros anteriores, han fallado escandalosamente. Su función es garantizar esos derechos, no nada más redactarlos. El derecho a internet gratuito es discutible. No hay gratuidad posible mientras la conexión esté en manos de empresas privadas. Si el estado no ha sido capaz de asegurar la movilidad urbana, no veo cómo podría tomar en sus manos el tráfico en la Red. Pero donde mi repelús por la nueva-nueva carta magna local se vuelve nausea y luego cólico, es cuando el joven Samuel retoma la bandera del “derecho a la vida desde la concepción”. Leo en ABC que García dijo: “Yo soy un convencido del derecho a la vida y por eso creo que nuestra constitución debe de tener temas que nos unan, no que nos hagan disentir”. No veo cómo, imponiendo un tema ya resuelto y rechazado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, va a conseguir unidad. Ya en su momento, la inclusión de ese tema en nuestra constitución causó muchas divisiones en la sociedad. Lo más grave y escandaloso, es que bajo criterios peligrosamente cercanos a la teología, se pretenda usar a las mujeres como ganado, decidiendo sobre su voluntad de concebir.
Como dije alguna vez, siempre he pensado que MC es una especie de “derecha de closet”. Este desplante muy de la derecha devota que debe estar preparando la reivindicación del nefasto Opus Dei, parece conciliar al joven Samuel con el Congreso local. Sus denuncias contra panistas se perdieron en la noche de estos tiempos. El agandalle de legisladores y alcaldes seguro se resolverá como de costumbre: negociando. Pero esto del “derecho a la vida desde la concepción” sí me pone de nervios, porque puede ser sólo un distractor para lo verdaderamente importante: la nueva-nueva constitución. Es de esperarse que levantará polémica y mucho ruido. De hecho, durante todo el tiempo que se cocinó el proyecto constitucional, estuvimos muy ocupados acarreando cubetas de agua y echando madres (ya sabemos a quién). No nos hemos ocupado de revisar el proyecto y millones de nuevoleoneses no se enterarán de qué trata ni siquiera cuando se apruebe. No es un proyecto hecho a espaldas de los ciudadanos, sino a plena vista, como lo haría cualquier buen tahúr.
Para culminar esta estratagema, el proyecto será aprobado finalmente por ¡el Congreso de Nuevo León! Esto es absurdo. Se trata de una CONSTITUCIÓN no de una de las reformitas que peregrinan a diario en la Oficialía de Partes. ¿Cuándo se eligieron diputados constitucionalistas? ¿Es legal que los mismos diputados de una legislatura asuman esa función? Desmiéntanme, pero yo creo que no. Además, está el pequeño detalle de que todos nuestros diputados locales sí saben leer y escribir (y cobrar), pero excepto unos cuantos, los demás son analfabetas políticos.
Estoy de acuerdo con que la constitución local, e incluso la nacional, debe replantearse. Llevamos un siglo de adendas, corrigendas y parches. Pero, la verdad, desconfío de un gobernador con una conducta tan errática y contradictoria, y de un congreso asfixiado por intereses partidistas y personales. Y eso del “derecho a la vida desde la concepción” parece que nos distraerá en cuestiones metafísicas en tanto que intereses políticos y económicos se van a servir con la cuchara grande en el resto de los artículos.
PD: Dijo Alito: “De Morena no espero justicia, sino venganza”. Yo no sé de qué quiera vengarse Morena, pero millones de mexicanos y muchos priistas sí lo saben.