Por Francisco Tijerina Elguezabal
No soy el primero ni el último al que una fecha lo marca por un acontecimiento. En mi caso hoy se cumplen dos años de que mi corazón me envió un aviso para indicarme que debía poner más atención en su cuidado si deseaba continuar por un tiempo más en este mundo.
Por fortuna fue sólo eso, un aviso que tuvo como antecedente un episodio previo, el día anterior, pero que inocentemente dejé pasar creyendo que era algo muscular; la madrugada de aquel lunes desperté a mi familia pidiéndoles me llevasen al hospital pues creía que tenía un infarto.
En medio de la pandemia aquello era la locura, pruebas, análisis y esperar, esperar a saber qué opinaban los especialistas sobre aquel fuerte dolor que me sacó de la cama a mitad de la noche.
Gracias a la oportuna intervención y los cuidados del personal médico, pudimos saber que era algo no tan grave y que podría continuar mi vida sin mayores contratiempos, siempre y cuando tuviese algunos cuidados.
Siendo honesto lleve las recomendaciones “a pie juntillas” durante algunos meses, pero después empecé a relajarme y a darme más permisos. Después de toda una vida bajo un esquema, resulta difícil el cambiar las costumbres.
Hoy me siento bien, con algún achaque más por el tiempo transcurrido, pero en general he dejado atrás aquel episodio del que me queda como recuerdo la fecha, 24 de agosto, porque además de aquel aviso del corazón, el incidente me ayudó a dimensionar muchas otras cosas.
Terminas por aceptar aquello que dijo Sir Charles Chaplin de que “Todos somos aficionados. La vida es tan corta que no da para más” y es que pasa tan rápido el tiempo.
No soy tan mayor debo decirlo, pero puedo presumir que he vivido una vida intensa, plena, llena de experiencias en muchos sentidos, en la que he tenido la oportunidad de conocer y tratar a personajes imborrables, he aprendido de la mayoría de ellos, en distintos rubros y disciplinas, he viajado, conocido países y personas, costumbres.
Como todo ser humano he tenido aciertos y errores, muchos de los últimos, pero me he guiado intentado ser una persona de bien, tal vez por eso puedo platicar en estos términos de mi existencia.
Pasan los años y te vas dando cuenta de que el camino se va acortando, de que falta menos para el final y sin pensarlo vas haciendo recuento de historias, experiencias, momentos, rostros, olores, sabores, afectos.
He de decir que en el balance me queda un sabor dulce y que se me dibuja en el rostro una sonrisa tras los años transcurridos; debo, sin embargo, pedir perdón a quienes en algún momento ofendí o afecté y decirles que no fue en realidad mi intención.
Hoy cumplo dos años de aquel momento en que pensé que concluiría el libro de mi vida y aún sigo aquí, escribiendo líneas todos los días, de la misma forma en que muchas personas lo hacen en todo el mundo, no soy especial por ello, sin embargo para mi es una fecha especial.
Fe de erratas: ayer por error al hablar del ex gobernador de Coahuila que bailaba en “Chúntaro Style” por error escribí Rubén, cuando en realidad me quería referir a Humberto. Mil disculpas por el dislate.