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Por José Jaime Ruiz

@ruizjosejaime

Al cumplirse un año del arribo de El Bronco a la gubernatura de Nuevo León, en octubre de 2016, publiqué el artículo «Alianza por la Bajeza de Nuevo León». El gobernador Samuel Alejandro García Sepúlveda debiera verse, por gestión de su primer año, en el espejo del sexenio pasado. Aquí le dejó aquellas reflexiones…

La Alianza por la Grandeza de Nuevo León que pactaron en campaña Fernando Elizondo Barragán y Jaime Rodríguez Calderón, a un año de gobierno se ha transformado en la Alianza por la Bajeza de Nuevo León: el Bronco se va de candidato a la presidencia y Elizondo se queda con la gubernatura… o al menos eso cree porque el equipo cercano al gobernador, encabezado por Manuel González y Humberto Torres (sumados Roberto Flores y Manuel de la O) nunca, así lo menciona el secretario de Gobierno en privado, nunca permitirán que Fernando sea el gobernador sustituto.

Fernando Elizondo Barragán y su equipo cercano, encabezado por el tesorero Carlos Garza y el fiscal Anticorrupción, Ernesto Canales, se quedarán chiflando en la loma. A estas alturas del primer informe, Fernando ya debería saber que el Bronco no cumple lo que promete: el distanciamiento con Alejandro Junco y José Antonio el Diablo Fernández es notorio, su cercanía con el presidente Enrique Peña Nieto se afianza. El Bronco ya no jugará barajas compartidas con Fernando.

La Alianza por la Bajeza de Nuevo León –donde Fernando y su grupo son utilizados para apoyar y fomentar la corrupción y la impunidad en el estado y aguantando vara para llegar a la gubernatura– ya va a tronar. El Bronco nunca despedirá a Elizondo, la paciencia de su colmillo es casi elogiable: esperará hasta que Elizondo se harte y renuncie, como lo ha hecho toda su vida, a su puesto –ya lo recordaba hace meses con ironía Jorge Guajardo.

Fernando Elizondo Barragán –hábil administrador pero torpe político– debió asumir el desgaste del cobijagate desde su silencio cómplice y solapando la corrupción e impunidad de Rogelio Benavides Pintos, el operador administrativo del Bronco. Al avalar las mañas del Bronco y su amigo Rogelio, Fernando se convirtió en un corruptor ante los ojos de sus anteriores aliados empresariales y mediáticos, pero también ante los ciudadanos: reputación y prestigio son sustantivos inexistentes en la vida de Fernando.

Ernesto Canales Santos despilfarró su propio prestigio en diez meses: el Bronco lo usó y abusó de él. Mendigante de lo que le resta de años, Ernesto ha sobrepuesto su vida privada a su responsabilidad pública, ha enterrado las posibilidades de meter a la cárcel a la familia Medina, ha exonerado vilmente a Rogelio Benavides Pintos y, por ineptitud o a conciencia, ha multiplicado la corrupción e impunidad. Ernesto perdió su calidad moral y destrozó la legalidad y la justicia en Nuevo León.

A un año de gobierno, ¿quiénes están desgastados? El Bronco, por supuesto, pero también Fernando Elizondo y Ernesto Canales, públicamente no están desgastados Humberto Torres y Manuel González, quien es el candidato de Jaime para sucederlo cuando renuncie. Sólo en el círculo rojo están desgastados Manuel de la O y Roberto Flores –Cuauhtémoc Antúnez es Don Nadie en cualquier círculo.

Al Bronco le vale madre estar desgastado, su negocio es ser el candidato que le reste votos a Andrés Manuel López Obrador obteniendo ese fantasioso 15 por ciento. Metafóricamente, el Bronco puede pasar de ser un vendedor de arbolitos a convertirse en un vendedor de bosques, ese sería el pago que Peña Nieto le pudo ofrecer: unas millonadas por su candidatura que le reste puntos a Morena.

Ya lo dijo en su reciente entrevista con El Norte: “Si yo me postulo renunciaré al gobierno y no regresaré si no logro la presidencia, eso sí se los aseguro, o sea, no voy a competir para ser palero de alguien y luego regresar”. Por ley el Bronco no puede regresar. Esquirol y porro de mil batallas, el Bronco sabe que no tiene que volver a la gubernatura cumplido su millonario negocio beneficiando al PRI en el 2018.

La Alianza por la Grandeza de Nuevo León degeneró en una Alianza por la Bajeza de Nuevo León. Sumidos en sus intereses cruzados, el futuro los alcanza: el Bronco en su candidatura y Fernando y su equipo fuera del gobierno. En efecto, lo que viene es que Manuel González se pueda convertir en gobernador sustituto y Humberto Torres maneje la Tesorería –desgastar a Carlos Garza con el cobijagate y con las declaraciones de Víctor Fuentes, alcalde de San Nicolás, pudiera ser parte de la estrategia.

Dijo Fernando que mientras el barco no se hunda seguirá remando. Remando de ningún lado a ninguna parte, se entiende. Lo que no entiende Elizondo es que el Bronco ya se lo comió.

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// José Jaime Ruiz

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Autor: stafflostubos
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