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Por Félix Cortés Camarillo

Debo reconocer de entrada que no he leído el best-seller-antes-de-aparecer , que con el título de El Rey del Cash trae aparentemente de cabeza a más de uno en Palacio Nacional y oficinas adláteres. Tampoco tengo el tiempo suficiente, aún si viviera cincuenta años más y no hiciera otra cosa que leerlos, para adentrarme en los millones de documentos de la Secretaría de la Defensa Nacional que fueron desvelados por eso que ahora sabemos se llama Guacamaya Leaks, y que no es otra cosa que la intrusión de personas con la preparación adecuada y la tecnología suficiente, en localidades electrónicas supuestamente secretas y seguras.

En realidad, en el caso del libro de la señora Elena Chávez, a quien tampoco conozco, he podido discernir de lo que publican columnistas con acceso al libro, hay picosas y entretenidas anécdotas sobre temas cotidianos que llegan a supuestos secretos de alcoba. Sin embargo, el núcleo de las revelaciones se encuentra en el subtítulo del libro: el saqueo oculto del presidente y su equipo cercano. En otras palabras, la respuesta a las preguntas que muchos mexicanos se han hecho desde hace años: ¿de qué ha vivido Andrés Manuel López Obrador la mayor parte de su vida y cómo ha financiado su carrera política culminada con el mayor de los éxitos a los que un político mexicano puede aspirar? De dinero ilícito, robado, exigido, mochado, sin rastro ni vestigio, procurado por un círculo estrecho de políticos delincuentes e intocables. 

La autenticidad de los testimonios vertidos en el libro se sostiene por la aceptada e indiscutida relación íntima que la autora tuvo durante 18 años con César Yáñez Centeno Cabrera, el conocido compañero de vida política del presidente López, su hombre de confianza, su hermano, confidente e instrumental, hoy discreto subsecretario en Gobernación. Paralelamente, y es obvio que a consecuencia de lo anterior, la periodista también trabajó durante esos años en diferentes posiciones cercanas a Andrés Manuel. Ahí presenció todas las intimidades que cuenta en su escrito.

Pero la miga de sus revelaciones se irá desgranando poco a poco y será negada con insistencia y persistencia por sus protagonistas. El propio presidente López le restó ayer importancia al asunto, anunciando que se publicarán más libros con semejante contenido y que él no va a contestar lo que en ellos se diga, en tanto son el producto de la frustración de sus adversarios por su fracaso, y porque él tiene como principal defensor al pueblo de México. Yo personalmente, que soy parte de ese pueblo que es tan frecuentemente convocado en las declaraciones del presidente López, a condición de seguir en el anonimato, no estoy dispuesto a meter la mano al fuego por la honestidad de nadie. Especialmente si se llama Andrés Manuel López Obrador.

En realidad, lo que me parece notable de este apocalipsis de Andrés Manuel es el cambio de papeles histriónicos. La palabra apocalipsis viene del griego y quiere decir simplemente desvelar, quitar el velo. Las revelaciones, vaya. 

Que la vida se asemeja a una rueda de la fortuna bien se sabe: a veces estamos en la canastilla de arriba y en otras nos toca otra ubicación. El presidente López se ha pasado cuatro años de su autoritarismo acusando a los corruptos neoliberales del pasado, gobernantes y no, de todos los males de este nuestro mundo. Hoy, de fiscal implacable ha pasado a ser un acusado principal de los vicios que más condena, el robo, la mentira y la traición.

Como decía mi padre: ahora los padrinos son los novios.

PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): Hoy se recuerda, donde hay memoria, el descubrimiento por accidente de América. A mí me enseñaron en la escuela, que es el Día de la Raza. Al supremo historiador de México no le parece así y ordenó quitar de la glorieta de Colón en la capital de la república la estatua del navegante genovés. Volverá un día, no tengo duda; de la misma manera en que volveremos a celebrar el surgimiento de la raza nuestra, mezcla de razas, culturas y creencias de la que no debemos avergonzarnos nunca.

‎felixcortescama@gmail.com

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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