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Por Francisco Tijerina Elguezabal

Pienso que todos estamos ciegos. Somos ciegos que pueden ver, pero que no miran. // José Saramago

Está ahí, frente a nuestros ojos, a diario lo vemos y no reparamos en él, pero cualquier día nos puede mostrar su fragilidad ante la inconsciencia con la que lo tratamos y la falta de previsión que tenemos.

Me refiero al lecho del Río Santa Catarina.

El río seco, ese que parte la ciudad en dos y que ha sido testigo de miles de historias como las concentraciones por la visita del Papa o el concierto de Rigo Tovar, pero además por haber tenido en su lecho la cancha poli-deportiva más grande del mundo, ese que miramos sin ver y al que en muy contadas ocasiones le prestamos atención.

En 1909 el Santa Catarina se desbordó e inundó Monterrey provocando la muerte de 3 mil personas. Pasaron los años y el tiempo se encargó de que olvidásemos la historia, de manera que en 1988 el Huracán Gilberto volvió a llenar el cauce, arrasando con todo a su paso; años después se construyó la cortina Rompepicos, criticada por muchos, pero que ha sido un elemento importante para el control de las aguas abajo.

A pesar de la cortina, en el 2010 el Huracán Alex nos demostró que el cauce puede llenarse con las aguas de otros afluentes y una década después no seguimos igual, porque en realidad estamos peor.

A lo largo de todos estos años no se ha realizado en el lecho del río ninguna obra que busque conducir las aguas y reducir el riesgo de un desbordamiento; por el contrario, las voces de falsos ecologistas se han impuesto en su empecinamiento por no tocar ese espacio, sin darse cuenta de que la vegetación que se ha desarrollado ha mermado la capacidad del espacio, reduciendo considerablemente la cantidad de agua que puede conducir en caso de una súbita bajada de aguas.

Pero eso es nada comparado con la enorme cantidad de basura y escombro que personas irresponsables han tirado en el río azolvando aún más su cauce.

Ya hemos sido testigos de cómo con unas cuantas horas de lluvia tramos completos de las avenidas Constitución o Morones Prieto, las que corren de manera paralela el cauce, se inundan, ¡vaya paradoja!

¿De verdad no tenemos especialistas que sean capaces de generar un modelo capaz de predecir lo que ocurriría con una fuerte lluvia? ¿Por qué no invertir en prever una catástrofe? ¿Qué esperan nuestras autoridades, que ocurra una tragedia para actuar en consecuencia?

Seamos sinceros, aquí llueven tres gotas y la ciudad se inunda porque no tenemos drenaje suficiente, pero el Río Santa Catarina es una bomba de tiempo que puede explotar en cualquier momento.

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// Francisco Tijerina

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Autor: stafflostubos
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