Por José Jaime Ruiz
Tres veces doctorado en la materia de la Ignorancia, el gobernador constitucional del estado de Nuevo León, Samuel Alejandro García Sepúlveda, exhibe su conocimiento patito de la historia de México. Hace poco aseguró que nuestro país necesita ya un presidente “norteño”. Y, así, no considera norteños a Venustiano Carranza, Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles o el impostado Carlos Salinas de Gortari.
Gobernador de Black Jack, lo suyo son Las Vegas o Panamá, es decir, el farol: lo suyo es el blof. Chivo en cristalería, con Samuel Alejandro no se puede llegar a acuerdos; su esencia, la traición. Igual se pelea con la federación, como senador pidió revocarle el mandato al presidente Andrés Manuel López Obrador; chamaco chillón, como gobernador ante la crisis del agua dijo que a Nuevo León no le enviaban ni una pinche despensa (y nos enviaron el Acueducto El Cuchillo II).
Creyendo jugar ajedrez cuando juega canicas, quiere llevarse a su hoyito naranja a los alcaldes del estado, a los diputados locales y le pintan la raya. Instagramático, cree que su gobierno es canica ágata cuando apenas es canica de barro. Su manejo de la crisis política lo lleva a confrontarse con el Congreso local y con las fiscalías. Mordiéndose la lengua, califica a un fiscal como fiscal de acero cuando, después de un año, su administración es de a cero resultados. Quien lo ha salvado una y otra vez es la federación e, ingrato, se cuelga medallas ajenas.
El “nuevo” Nuevo León de Samuel García es cada vez más inseguro, más contaminado, más intolerante, más feminicida, más impune, más inmóvil, más mentiroso, más recaudatorio, más sediento, más incumplido, por decir lo menos: ni Metro, ni camiones chinos, ni estadio de los Tigres, ni carretera Interrserrana, ni carretera La Gloria-Colombia, ni tren suburbano, ni reforma constitucional con participación ciudadana y democracia deliberativa, ni… ni… ni…
Hace unos días el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, puso el dedo en la llaga: Fuerza Civil cuida más a los OXXO que a los ciudadanos o, lo que es lo mismo, la privatización de la seguridad pública. De su gobierno fallido, Samuel Alejandro asegura que su policía es la mejor del país, se hace, como siempre, el occiso, el tonto, el OXXiso.
Ya decía Albert Camus que cada “generación se cree destinada a rehacer el mundo. Pero la mía sabe que no lo rehará. Aunque su tarea sea quizá más importante. Consiste en impedir que el mundo se deshaga”.
¿Cuál es la tarea urgente de los ciudadanos, de los nuevoleoneses? Impedir que Samuel Alejandro, el güerco, termine por deshacer Nuevo León; hijo putativo de Rodrigo Medina y Jaime Rodríguez Calderón, el Bronco, que no acabe por destrozar al estado.
