Por Carlos Chavarría
Si hay algo que reconocerle a nuestro presidente es su tenacidad para sacar adelante su proyecto de dominio transexenal a través de MORENA, lo lamentable es que tenacidad sin substancia y propósito de beneficio real para México, es tiempo perdido.
Por largos años el ahora presidente esperó con paciencia el desgaste que el poder siempre causa en quienes lo ocupan, para buscar posicionarse como “ahora sí llego el bueno”. El llegar fue su proyecto personal, pero no para el país.
Diseñó un discurso que no tiene fondo diferenciador al de cualquier otro político de hoy o de antes, porque qué no es sino eso, palabras comunes, porque todos los verbos de acción como cambiar o transformar respecto al pasado son bastante solicitados, pero sin tener una visión de futuro evolucionaria son un despropósito, habida cuenta de la magnitud de los problemas y restricciones que se deben enfrentar.
Ya no puede ocultarse más, privilegió aquellas funciones y acciones que le pueden asegurar una masa de electores que se sometan a sus designios a cambio de unos cuantos pesos. Para consolidar su estrategia creó una organización territorial pagada por el gobierno y a su servicio.
El demonio está en los detalles. Ahí, en la confrontación con la realidad que conspira en su contra debido al recrudecimiento de los problemas, es donde empieza el desgaste natural, y estar usando al pasado y “otros datos” todo el tiempo como salida para explicar y hasta justificar la atonía o degradación en los resultados respecto a la oferta electoral, no solo desprestigia al Ejecutivo sino que es decepcionante para todos, hasta para sus correligionarios.
No es la sociedad la que impide convertir las buenas intenciones en resultados perdurables. El proyecto personal de una persona si no está alineado con las causas de los problemas y las oportunidades imperantes no se concretará por más culpables que se busquen. Por ejemplo, entregar algún dinero a los jóvenes cuando al mismo tiempo se socavan las condiciones para crear empleos bien remunerados no les dará a los primeros más oportunidades de progreso y bienestar.
AMLO interpretó la marcha nacional a favor del INE, como un hecho preparado en su contra, pero interpreta mal. Sin que debiera hacerlo, se metió en la foto por sus diarias críticas contra todos los que no pensaran igual que él en el tema electoral.
En este momento, los desatinos y desvaríos de la persona, de López Obrador, lo han llevado a declararse en campaña abierta contra la sociedad a la que el mismo etiquetó como “conservadores”, además de otros epítetos, todos ofensivos, y al mismo tiempo como jefe de campaña de su partido contradiciendo con ello a su intención de no ensuciar o influenciar los procesos eleccionarios, cosa que tanto le reclama a sus antecesores.
La tenacidad y la arrogancia son parientes indeseables de cualquier buena intención y está muy claro que usará todo el poder presidencial, como en la época del partidazo, para “llevarse el carro completo” a como de lugar.
A pesar de que es del todo ilegal y carente de toda cortesía política, va en busca de una franca colisión contra todo y todos, aun contra su propio partido, MORENA.
Vamos a ver si tantos miles de buenas personas que creyeron en él y estuvieron dispuestos al esfuerzo que significó alcanzar la franquicia de MORENA, tienen el empaque y catadura para aceptar que no fueron sino peones de las íntimas motivaciones y resentimientos de López Obrador.
Durante su larga campaña obtuvo el apoyo de muchos a través del ocultamiento y de usar un discurso adecuado para convencer, pero la incongruencia entre lo que dice todos los días con lo que se ha ido configurando en sus posturas y acciones, va orillando a sus cercanos a dejarlo solo para no verse envueltos en los costos y le descredito por el fracaso tan ostensible de su gestión.
De nuevo tendremos 6 años perdidos y eso ya es prueba suficiente de la inutilidad del esfuerzo de todo un país por esperar que se viera algún signo de cordura y ejecutividad, como se espera de cualquier jefe de gobierno.
A un país que le urgen reformas profundas en las prácticas de su gobierno y en sus políticas públicas, le dieron gato por liebre en el peor momento, y todo para cumplir ¿un proyecto personal?