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Por Félix Cortés Camarillo

Me cuentan que un día tuvo lugar un diálogo entre Dios y un negro inconforme con su circunstancia. Señor, dijo el hombre ¿por qué me hiciste de este color tan oscuro? Es que debes saber que el color negro es más resistente al intenso sol de la selva africana. Pero, ¿por qué tengo este cabello tan hirsuto y estos pies tan enormes? Para que tu cabeza no se enrede con las ramas bajas de los árboles y puedas escapar corriendo rápidamente de los animales salvajes. Entonces, ¿por qué vivo en Harlem?

Poco gracioso el cuento. Menos lo es la situación de desfase que miles de migrantes están pasando en nuestro país y que deambulan por ls calles y mendigan en las esquinas, muchos de ellos llevando a sus pequeños hijos de la mano. Muchos de ellos provienen países como Cuba, Venezuela o Haití; sus cuerpos no están acostumbrados al intenso y desusado frio invernal que estamos sufriendo en gran parte de México, especialmente en nuestras ciudades del Norte.

Esos hombres y mujeres viven a la intemperie, bajo sábanas de plástico o débil tela; duermen en el piso y no tienen comida. Con temperaturas bajo cero en lugares como Ciudad Juárez o Reynosa se lanzan a cruzar a nado el Río Bravo llevando a sus pequeños. 

La resolución 42 de los Estados Unidos, que Donald Trump implementó para expulsar de inmediato a todo migrante indocumentado con el pretexto de controlar los contagios de COVID está suspendida pero no inválida. De cualquier forma, si bien la patrulla fronteriza está permitiendo que esos migrantes lleguen a su territorio. Los detienen, conducen a un centro de procesamiento donde solicitan asilo por motivos políticos o humanitarios, pero son regresados de inmediato al paraíso mexicano en donde deberán esperar la solución judicial a su solicitud de asilo.

Hay destinos peores: el gobernador Abott, de Texas ordena periódicamente que esos migrantes sean subidos a autobuses para enviarlos a Washington o Nueva York endosando el problema al gobernador neoyorquino o al gobierno federal. Las condiciones del invierno a la intemperie allá en el norte no son mejores que en la frontera mexicana. Este mundo no es justo ni equitativo, decía ayer el Papa Pancho en su misa de año nuevo y su mensaje Urbi et Orbi. La realidad de los pobres no se corresponde con el sitio en que tienen que vivirla, como el negro del cuento inicial. El llamado del Pontífice no es novedoso; lo ha emitido en ocasiones anteriores con el mismo efecto de nulidad. En el mejor de los casos, como en la realidad mexicana, se asume que la caridad es la única manera de aliviar esa carga social. Lo cual es un engaño cruel.

Millones de automovilistas que dejen generoso óbolo en cada esquina a estos mulatos niños no han de aliviar siquiera un problema que tiene raíces tan profundas y tan diversas. El asunto está en otra parte.

PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): Todo debe tener un límite, incluso el cinismo gubernamental. Reconocer que una ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación cayó en error de juventud cuando plagió íntegramente la tesis que le consiguió el título de abogado y que al final de cuentas el daño que hizo a la Nación es menor al que le han hecho Guillermo Sheridan -quien descubrió el plagio- y Enrique Krauze, no tiene desperdicio. Como no lo tiene el hecho de que la maestra coordinadora de la tesis falsificada haya tenido el mismo desempeño en, al menos una tesis de licenciatura al mes.

‎felixcortescama@gmail.com

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: lostubos
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