Noticias en Monterrey

Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Un NL bicéfalo y la Pax Augusta pospuesta

Por José Jaime Ruiz

@ruizjosejaime

@lostubosmty

Condecorar las puertas públicas con cerrojos es anular ciudadanía. Palacios degenerados en hipogeos. La clase política de Nuevo León se desclasa en el dios Jano: bicéfalamente cercanas, se retiran en sus visiones porque sus intereses son únicos, pero distantes: hay maneras diferentes de obtener el botín, llámese robo, estafa o atraco al erario. Nuevo León es la guerra política o no es. Cerradas las puertas del Palacio de Cantera, suprimidas las funciones de la Oficialía de Partes del Congreso local.

Jano domina, ese dios romano masculino y barbado, bicéfalo con dos rostros opuestos. En su origen reside su condena, pese a su luminosidad. Insidia de la puerta, cerrazón o apertura que domina desde el Janículo. En su capitolio las puertas cerraban en tiempo de paz; en guerra, se abrían. Al contrario de lo que sucede en los templos de la vida pública de Nuevo León donde no hay umbral y los inicios de cualquier conversación se cancelan.

En Fake news de la antigua Roma, Néstor F. Marqués cuenta: “De Numa se decía que había mantenido cerradas durante su reinado las puertas del templo de Jano, situado en el Foro, junto a la Curia y al Argiletum… Esto era el mejor indicador de que con él había reinado la paz, pues cuando las puertas del templo se abrían, significaba que Roma estaba en guerra. Tras su reinado las puertas se mantuvieron abiertas hasta el año 235 a. C., en el que, una vez que hubo finalizada la primera guerra púnica, se cerraron durante ocho años. A partir de entonces, Jano tuvo que esperar hasta la llegada del principado de Augusto para ver sus puertas cerradas y no una, sino tres veces durante su mandato. Es evidente el uso propagandístico que Augusto le dio a este hito, imitando a Numa –considerado el mayor defensor de la paz en Roma– para justificar su propia Pax  Augusta y la llegada de la edad de oro…

“A la muerte de Numa, Roma volvió a recuperar su espíritu guerrero, prácticamente olvidado durante los cuarenta y tres años de su reinado. Fue Tulo Hostilio –cuyo nombre y etimología ya denotan una tendencia a la hostilidad– quien se encargó de ejercer de contrapunto de Numa en el mito de la monarquía romana con su actitud poco observante de los ritos religiosos y de los dioses y, sobre todo, en su afán por provocar guerras contra las ciudades vecinas…”.

Jano y Tulo Hostilio y ninguna pax augusta en Nuevo León. En efecto, hostilidad tras hostilidad. Como apuntó en su momento Ulrich Beck sobre la sociedad en riesgo, hay un resquebrajamiento de las legitimaciones ya que el banquillo de los acusados amaga a quienes toman las decisiones, por “lo cual esta cabeza de Jano atemoriza a una clase política siempre en el filo de la crítica. La misma clase política vela por el bienestar, por el derecho y por el orden pero, a su vez, incurre, bajo todo tipo de acusación social, en la implantación de peligros en el mundo y en la minimización de su importancia, peligros que amenazan en grado límite a la vida”. Nuevo León, pues.

Como enseña la Cábala, en las Sefiroth hay que transitar entre la Misericordia y el Rigor, incluso más acá de la virtud y el vicio, ese simbolismo de Jano. Los ciclos no se cierran, se abren también en bucles. Los problemas de Nuevo León son enormes: contaminación, inseguridad, movilidad, feminicidios, salud, ingobernabilidad como consecuencia perversa de los grupos de interés político y fáctico. La doble vida de la privación de la vida pública debe acabar. Jano también es comienzo, umbral. Y, no olvidemos, incluso puede facultarse en sinonimia con hipocresía. Jano, nombre de “enero”, no vindicación de los opuestos, reivindicación. Nuestra ignara clase política, por defecto y efecto, no lo comprende. Ellos son ellos, nunca nosotros.

Fuente:

Vía / Autor:

// José Jaime Ruiz

Etiquetas:

Compartir:

Autor: stafflostubos
Ver Más