Por Félix Cortés Camarillo
En 1953, en la muy incipiente cinematografía española, José Luis Berlanga hizo una película de leve sátira a la sociedad de su país, que como toda Europa tenía cifradas sus esperanzas en el Plan Marshall de los Estados Unidos para la recuperación en los años de la posguerra. Bienvenido Mr. Marshall retrata al pueblo castellano de Villar del Río, que espera la visita de unos diplomáticos norteamericanos. A ellos, el pueblo entero se prepara para pedirles los sueños más disparatados. Entre la elaboración de dichos sueños y la visita –que apenas pasa por la calle mayor del pueblo para seguir su camino- transcurre la cinta.
El presidente Joe Biden de los Estados Unidos ha venido finalmente a México; primera visita que hace en su cargo, antes lo había hecho como vicepresidente.
Su visita ha estado rodeada, al parecer intencionalmente por deseo del inquilino de Palacio Nacional, de una frivolidad pasmosa. En un momento en que las relaciones entre los dos países atraviesan por serias dificultades, el mayor interés se ha centrado en temas baladíes.
Existe una seria controversia en las relaciones comerciales que rige el TEMEC, sustituto del original TLCAN, en el difícil terreno de los energéticos. La postura mexicana de proteccionismo a las empresas de estado PEMEX y CFE, en perjuicio de las firmas energéticas canadienses y norteamericanas ha sido motivo de conversaciones demasiado largas. El presidente López insiste en desestimar el asunto como caso grave.
El problema de los migrantes que cruzando nuestro territorio quieren llegar al sueño americano es otro motivo de fricción: si no la hay, la frontera norte de nuestro país seguirá llena de venezolanos, haitianos, nicaragüenses y cubanos, que deben esperar su juicio migratorio de este lado de la línea. Finalmente, la situación de inseguridad que se vive en México, avivada por la equivocada práctica de “abrazos no balazos” hacia los criminales, no tiene muy satisfechas a las autoridades del Norte.
Ante este panorama, la atención del discurso oficial mexicano es que todo está superbién, y que Biden es un gran amigo de México, que nos va a ayudar a resolver todos nuestros problemas. Como el Mr. Marshall de la película española. Con solo hacer notar que el tema primordial del encuentro de los mandatarios de Canadá, México y los Estados Unidos fue el aeropuerto en el que los aviones que traían a los visitantes iban a aterrizar. Para el presidente Lopitos fue permanentemente de primordial importancia, que fuera el aeropuerto de Santa Lucía: lo tomó como prioridad política. Por lo pronto, la señora Biden llegó al Benito Juárez.
Seremos sin duda testigos de más banalidades en un encuentro que debiera ser vital para
nuestro país.
PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): Tienen razón todos los que se oponen a que se saque raja política del accidente del sábado en la línea tres del metro de la capital de la República. Qué alguien me explique entonces la revelación que hizo ayer la señora Claudia Sheinbaum de que, según un protocolo que inventó, cada uno de los heridos hospitalizados tiene un funcionario público asignado a su atención personalizada. ¿Cuántos funcionarios públicos hay asignados en este singular escuadrón? Y ¿qué hacen esos funcionarios cuando el Metro no tiene encontronazos?
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