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Por José Francisco Villarreal

Alguna vez, leyendo sobre la conquista de Mesoamérica, me enteré que don Hernando de Cortés, un consumado fullero, bribón de siete suelas, andaba a las contras con el gobernador de Cuba, el ilustre nepotista Diego de Velázquez. El caso es que don Hernando y sus “marines” iniciaron su invasión fundando la Villa Rica de la Vera Cruz, constituyendo un cabildo y creando así el primer ayuntamiento continental en América. Pionero, sí, pero además tramposo, porque al crear un ayuntamiento se libró de rendir cuentas a su superior natural en América, precisamente su viejo “amigo” don Diego de Velázquez. No se midió el aventurero, y se puso al arbitrio del mismísimo Carlos I de España, el quinto Carolus Imperator del Sacro Imperio Romano Germánico (el de los chocolates). La trampa era obvia. Los Ayuntamientos, desde tiempos romanos, tenían un estatus especial como forma de gobierno, constituidos en cabildos gozaban de una cierta autonomía que se ha conservado y perfeccionado con el tiempo en gobiernos democráticos y monárquicos. La Villa Rica de la Vera Cruz nació con autonomía pero con una autoridad local “de facto”, don Hernando, que además de generalote, como Justicia Mayor era también prácticamente juez y policía.

Por fortuna los siglos han pulido ese cabujón autonómico y en México presumimos ayuntamientos republicanos y constitucionalmente autónomos. Un orgullo para nuestra soberanía, por supuesto. En nuestro país no hay excepciones, el municipio es, geográfica y socialmente, la pieza básica del lego para armar el complejo rompecabezas democrático. Esto implica que es la sustancia de la “polis” y, por lo tanto, de la política. Último reducto además de la idiosincrasia. Nos insufla el fervor patriótico esa autonomía municipal de la misma manera que cuando vemos iluminada la torre Eiffel con los colores patrios mexicanos, o a un montón de hinchas fantoches ondeando labaritos tricolores en un fúnebre estadio Catarí. Tan inseguros somos que necesitamos reconocernos en los ojos de otros. Pero la realidad política y social de nuestros municipios es, me temo, más bien nominal. En la práctica y en las leyes, la desigualdad es abrumadora. El municipio, la célula vital republicana, está condicionado a nomenclaturas legales y cacicazgos.

Fue este desamparo el que me movió a entusiasmarme cuando un grupo de municipios de variopinta coloratura partidista, se aliaron para presionar al gobierno estatal del nuevo Nuevo León cantándole al joven Samuel la vieja canción del chubasco presupuestal. Como en la canción original, haciéndole un chubasco al gobernador itinerante para detenerle su navegación, aérea, en este caso. Por lo menos hacerle redefinir sus prioridades, que no son las cumbres internacionales sino las honduras administrativas locales. Lo sé. Fui un loco. La coalición municipal Vamos X el Presupuesto, o como se llame, aparece paralelamente al enfrentamiento de diputados locales con el gobernador, casualmente, en el mismo sentido que el de ellos. A estas alturas, ya no sé cuántos paquetes fiscales 2023 hay y cuál es el bueno, sólo estoy completamente seguro que la paz centavera firmada así con los alcaldes y diputados no es más que el clásico trozo de papel mojado de cualquier tratado de paz. Se ofrecieron o consiguieron recursos para algunos municipios estratégicos, pero la guerra no terminó. La victoria fue selectiva, incluso para los municipios. El gobernador ahora va a codearse con los encumbrados del WTF en Davos… ¿O es WEF? Perdón, mi inglés no es muy bueno. Le sentará muy bien inscribirse en la hora diaria de meditación matutina budista que ofrece WTF/WEF a los líderes mundiales, para relajarse. Por lo menos él, porque en Nuevo León la tensión tanto social como política no disminuye ni un miserable Pascal (newton por centímetro cuadrado).

Por cierto, del currículum del gobernador exhibido en el Foro Económico Mundial, no me sorprende la retahíla de presunciones, me sorprende que un exatec insista hasta la terquedad en hacer un nuevo estadio universitario… un borrego con la piel de tigre.

Un bestiario medieval batallaría para ilustrar este ejemplar de la criptozoología deportiva. Pero vale: peccata minuta para el escritor de ¡tres libros! Si yo con uno me da penita…

En lo personal, a mí no me molesta que un gobernador viaje. Sí me incomoda un poco que lo haga cuando el estado está en estado inconveniente. La crisis por la lucha para tener el liderazgo absoluto en el estado sigue viva; y ni siquiera es el Congreso contra el Gobernador, y en un descuido ni los partidos, sino caciques dentro de los partidos. La seguridad, aún con los avances del secretario de Seguridad (que gracias a Dios ya no es Fasci), no es ni mediocremente buena, con ejecuciones prácticamente a diario; porque en seguridad no valen las estadísticas, una sola muerte o desaparición anula cualquier logro. La movilidad sigue parapléjica, por fortuna sin sabotajes… todavía. La contaminación es abrumadora hasta para mí, que soy un fumador compulsivo y ya tengo las vías respiratorias calafateadas. Con todo y promesas, acueductos y presas, no hay seguridad en el abasto de agua mientras no llueva; esto sin contar que se sigue omitiendo una revisión y restauración a fondo en la infraestructura de redes de agua y de drenaje. ¿Qué va a hacer un gobernador a un WTF/WEF con este deplorable equipaje? ¿Qué va a hacer a la toma de posesión del gobernador de un estado de otro país? ¿A dónde irá que más lo quieran? Alguna vez tuvimos un gobierno federal itinerante, pero hasta Benito Juárez García anduvo de un lado a otro gobernando apenas el suelo que pisaba, y ni siquiera salió del país. No es con empresarios, dignatarios y mandatarios extranjeros con los que el joven Samuel debe ejercer su vocación de lobista sino con los alcaldes, los cabildos, los ayuntamientos, los que están más cerca de la gente real y no de las estadísticas electorales o de las presunciones legislativas. Así logre que Elon Musk instale un “cabo cañaveral” en Cadereyta, ninguna inversión es segura mientras la población camine a diario por la cuerda floja y las pugnas políticas agraven esa incertidumbre. No hay que olvidar que es una población estable y razonablemente cómoda la que asegura el éxito de cualquier inversión, y no al revés. Hay quienes suponen que en un estado o un país rico la gente es feliz. ¡Falso! Es la tranquilidad no la cartera la que nos hace felices. No hay progreso cuando los empresarios cuentan sus ganancias, los políticos sus posiciones, y los ciudadanos sus muertos y desaparecidos.

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// José Francisco Villarreal

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Autor: stafflostubos
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