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Por Félix Cortés Camarillo

Ya me voy, me lleva el Metro
Por un eso hasta Tasqueña
Si en dos horas no regreso
Guárdame una tumba aquí
Chava Flores, «Voy en el Metro»

Se le está descarrilando el tren que lleva a la presidencia de la república a la corcholata mayor, la señora Claudia Scheinbaum. De hecho, el sistema de transporte colectivo de la Ciudad de México ha sido permanentemente un dolor de cabeza desde su desempeño al frente del gobierno capitalino: es innegable que la falta de mantenimiento a la línea especial, línea dorada, de la ruta 12, durante su ejercicio en el Palacio del Ayuntamiento es una de las causas principales del trágico accidente de mayo hace dos años, con más de una veintena de muertos. Accidente que no se acaba de dilucidar y línea que no se acaba de poner plenamente en servicio.

El percance de la línea tres, entre las estaciones de Potrero y La Raza sigue igualmente confuso. No debiera serlo tanto. El líder del sindicato de trabajadores de este importante medio de transporte ha denunciado en innúmeras ocasiones la falta de mantenimiento y las trabas burocráticas que dificultan el abastecimiento de piezas para mantener los trenes en forma.

A esa deficiencia administrativa y política se agrega una mucho más peligrosa: la paranoia generada y entusiastamente difundida desde Palacio Nacional en el discurso del presidente Lopitos que trasforma, por artes de birlibirloque y demagogia, cuanta pifia se detecta o manifiesta en la administración del Cuatrote en producto de una conspiración de los neoliberales, corruptos, traidores, desmemoriados y anexas en contra de su gobierno, o por lo menos residuo de la operación criminal de Genaro García Luna, que está siendo juzgado en los Estados Unidos desde hace meses.

Sobre esa misma línea de victimización determinada por ella misma, la señora Scheinbaum dictaminó que diferentes actos irregulares registrados en el transporte colectivo son producto de sabotaje, al borde del terrorismo internacional. Esa implícita acusación va directamente en contra de los trabajadores del Metro, y es una sospecha muy grave, sugestión de serio delito. Para poner coto a esta conjura doña Claudia mandó colocar más de seis mil soldados disfrazados de Guardia Nacional en las estaciones y andenes del Metro, de suyo congestionadas en horas pico. La explicación de la gobernante es que los soldados están ahí para garantizar la seguridad del sistema y los usuarios; “para que no se sientan solos”, dijo.

De la seguridad de las instalaciones, en estos primeros días, los militares poco han podido hacer. Un grupo profesional de mujeres provocadoras, que han hecho presencia en otras ocasiones como una remembranza de los halcones del gobierno capitalino, ya se apersonó en el Metro para destruir dispositivos de acceso, permitir la entrada libre de pasajeros y pitorrearse de los guardias civiles que no hicieron nada para impedir el ataque.

Eso de que los pasajeros no se sientan solos en las estaciones es más cierto. Los soldados vestidos de policías se han dedicado a tomar fotos de los pasajeros, cosa que a usted y a mí nos intimidaría naturalmente. Un Big Brother nos vigila. Por lo demás, detuvieron a un muchacho, que sí estaba solo, porque llevaba una cartulina con mensaje de protesta en contra de la presencia de los soldados en el Metro. Por cierto, hay 29 entidades federativas en las que hay menos efectivos de guardias nacionales asignados que los que hay en el Metro capitalino.

Por su parte, la precandidata favorita del presidente López para sucederlo, se lució el fin de semana echando a andar la parte subterránea de la línea 12 accidentada; dicha parte nunca registró desperfecto en mayo de hace dos años, pero es probable que haya sufrido cierto deterioro por el abandono especial a que la sometió la falta de operación. De la parte de superficie de la línea dañada ni hablamos.

Si las cosas no cambian, y la cuarta simulación está para que no lo hagan, a la señora Scheinbaum se le va a ir el tren.

PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): El rector de la UNAM, Enrique Graue, le está poniendo el pase al presidente Lopitos par que le meta un gol a la Universidad donde más le duele, en su autonomía. La desidia o incapacidad para ejercer la autoridad universitaria y anular el título de abogada de la señora Yasmín Esquivel de Riobóo provee diariamente de municiones al inquilino del Palacio Nacional y su fiel escudero, Adán también López, para descalificar al rector y a la Universidad entera. Pronto vienen elecciones de rector de la UNAM. Mucho le agradaría al presidente Lopitos tener un rector a modo, como tiene un Fiscal Federal, un director del CONACYT y una presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos que son fieles falderillos. Universitarios, ¡aguas!

‎felixcortescama@gmail.com

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Vía / Autor:

// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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