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Por José Francisco Villarreal

La rabia generada por la sola existencia de un fulano tabasqueño, ya grande de edad él, sigue desbordándose. No se trata de don “Juan Pérez”, de Comalcalco, que vive felizmente su anonimato comulgando con devoción sus chanchimitos de pollo, bien coloraditos. Me refiero al señor que despacha en Palacio Nacional y que también le entra a los chanchimitos con las limitaciones de la hipertensión y otros achaques propios de su edad, sexo y condición social. Los entiendo. Si yo estuviera en el desafortunado brete de ser presidente de México, también exigiría los muy norestenses caldillo de machaca, tortillas de harina, migas con huevo y cuajitos. La panza está muy cerca del ombligo, y el ombligo es el último vestigio de la raíz que nos podaron antes de ser trasplantados a este jardín de horrores y errores. Algo habrá en la digestión que abona a nuestros orígenes.

Sabrá Dios por qué, hasta la muy católica y caótica derecha mexicana, hace una excepción en aquello de “amarás a tu prójimo…” para dedicarle sus más acres y virulentos odios al tabasqueño que encarna a la 4T. Gran error, no teológico sino político, porque al personificar una tendencia ideológica no la combaten, la fortalecen al darle una identidad humana que todo mundo puede entender para pasar de la simpatía a la empatía. No en vano el cristianismo ha sido tolerante con la iconodulia. Y, ¡ojo!, el cristianismo tiene dos milenios de experiencia haciendo también política.

Ahora que, hacer del presidente la encarnación del mal, entenado del Anticristo, podría funcionar en otras circunstancias. Pero ha sido tan torpe la campaña contra él, incluso desde antes de llegar a la presidencia, que han soltado a las chivas locas del periodismo de opinión en medio de la cristalería fina de los medios. Además de la exhibición de todo tipo de sinvergüenzas ahijados del poder político, el resultado ha sido socialmente nefasto.

A tal grado que hoy elegimos las noticias y las opiniones mediatizadas (columnas) no por veracidad, sino por comodidad. Una primera plana suele ser la misma en todos los medios, cambia sólo el tratamiento, enfoque y tendencia en cada caso.

Así que escogemos la que mejor nos acomode a nuestra conveniencia, humor, hora del día, estación del año, monto del último recibo de CFE, color de nuestros calzones, etc. Nos quedamos con eso hasta que cambie alguno de los factores. En tanto nos interesa más la nota de alguna maestra llorando a mares por no conseguir boletos para ver el muy juvenil concierto de unos chamacos prácticamente cuarentones.

Lo que me harta ya es que las cosas tienden a empeorar a medida que se acerca la posibilidad de un cambio de régimen, ya no por un golpe de Estado tan anhelado por la oposición, sino por la vía electoral en el 2024. Esto significa que las escaramuzas cotidianas se convierten poco a poco en batallas campales, ya no contra el régimen sino contra los electores. Como en la Lucha Libre, se vale todo: la huracarrana y el coscorrón con clavos aplicados al elector para que vote y crea que lo hizo libremente. ¿A quién si no va dirigida la campaña de Sandra Cuevas contra Sheinabaum? ¿Para qué sirven los dizque accidentes ya tan previsibles en el Metro de CDMX? El sentido común y la experiencia son nuestras únicas defensas, aunque esté muy oxidadas.

De veras me fastidia que subestimen a la inteligencia de la gente, y que la gente sea tan abúlica que se deje hacer. No yendo tan lejos, a principios de enero (día 8, creo), un portal de noticias deplora los atentados contra la libertad de expresión cometidos por el régimen. El medio enumera una lista de periodistas que fueron “silenciados” por esa razón; luego otro retoma la lista para afirmar que fueron “despedidos” por obra presidencial. Casualmente el responsable de ese medio se incluyó en esa lista. Conté poco más de 30 opinólogos y noticieristas. Salvo dos o tres que de plano ni conozco, no están “silenciosos”, casi todos siguen muy activos y ferozmente críticos contra el presidente. Unos sólo cambiaron de camiseta, como Loret y Trujillo que consiguieron una camiseta más cara (LatinUS). Otros fueron reajustados junto con más empleados por decisión de las empresas (a mí me pasó, sé lo que es eso y no me quejo). Hubo reajustes por cambios de programación decididos por las empresas; otros porque estaban en una crisis financiera (Radio Centro). Hubo renuncias que coincidieron con cambios en directivos. Hubo algunos que incumplieron contratos o de plano no tenían audiencia (Grupo Siete). También hubo casos muy justificados de opinólogos que incitaron abiertamente a la violencia criminal (Vgr.: “A Selena la mató un fan. A ver a qué hora, chairos”, tuiteó uno de estos) o promovieron la misoginia y la discriminación. Hubo alguno con una muy reconocida y comprometida trayectoria partidista. En muchos casos hubo más bien enroques, algo como el juego de las sillas, donde salen de un medio y aparecen en otro. En todos los casos, los medios no cambiaron su línea editorial contra el gobierno federal, alguno si acaso la matizó un poco. Sin embargo, en sus notas, los dos portales de noticias los metieron a todos en el mismo saco: silenciados y despedidos por culpa de la censura presidencial. A pesar de que hasta la fecha ninguno de ellos se ha callado la boca ni cambiado su crítica. ¿Esos son los mártires de la libertad de expresión? Me temo que no: estas son las mojigangas de la libertad de expresión, los mártires han muerto o son perseguidos normalmente por grupos criminales y, sólo “tal vez”, por intereses económicos.

Y por favor, no nos inflamemos de celo libertario por el fin de LatinUS y la despedida de Alazraki de El Universal. ¿Cuál censura? Ninguno se va ni se calla. Eso sí, el juicio de García Luna es un factor que pone en alerta a las empresas mediáticas nacionales. La “carnita” de ese juicio no estará en la decisión del juez sino en el desahogo de pruebas; la exposición de medios, políticos y periodistas podría ser devastadora. Además, si tenemos visto el endurecimiento rayano en lo criminal de campañas contra la 4T (Metro CDMX), es evidente que se preparan no nuevas estrategias sino nuevos nidos para emplazar a los columnistas francotiradores. Porque la estrategia sigue siendo la misma, sea desde la oposición o desde la 4T, y el objetivo es el mismo: nosotros los electores. Me cae que con este panorama político nacional, a veces se me antoja nacionalizarme en Islandia, me detengo sólo por mis reumas, y porque allá no hay machaca, ni tortillas de harina, ni migas con huevo, ni cuajitos. No sé si la cuarta transformación que necesitamos debe ser “así o asada”. Lo único de lo que estoy seguro es que es necesario que haya una 4T, sea desde los morenos o desde los güeros, pero urge, porque ninguna oferta política es buena si ofrece un retroceso. No se gobierna por tanteos. Este gobierno no dejó atrás a la oposición; es la oposición la que se niega a adelantarse a este gobierno.

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// José Francisco Villarreal

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Autor: stafflostubos
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